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martes, 12 de julio de 2011

Saga "La Mediadora, El Comienzo" Capitulo 37: La Habitación de al lado.

Regresé a mi yo presente no sin presentar mareos y ganas de vomitar aunque sin lograr soltar nada ya que devolví todo cuando Jacob me pateó en el aseo. Giré mi cabeza buscando por la habitación a Constantin pero él no estaba allí. Si lo que había presenciado era cierto debía de salir de allí rápido. Jacob era un sicópata capaz de hacer que alguno de sus compañeros se deje transformar en vampiro para su causa y luego matarlo. ¿Qué tipo de crímenes sangrientos más habria sido capaz de hacer en estas cuatro paredes? Me dio repelús y recé por no tener que presenciar todo eso en mis regresiones.
Gracias a mis visiones estaba aclarándoseme todo lo que había estado ocurriendo desde que llegué a Chicago, ahora solo faltaba conseguir pruebas de todo lo que había concluido en mi cabeza. El reverendo Kern no es responsable directo de los actos criminales que se hacen en nombre de su comunidad, pero también es culpable si sabe que se está haciendo y vuelve la mirada para otro lado. Lucius y Moretti son unos hijos de puta ambiciosos a los que no les ha importado tampoco quién caiga, todo por venganza y avaricia, haciendo que los radicales valoren a todos los vampiros de la misma forma y propulsando que la nueva ley que les da más privilegios caiga por presión de los ciudadanos. Así podrían volver a las antiguas cacerías clandestinas. Si Margot no había perecido en el derrumbamiento en la mansión de Moretti iba a encargarme yo personalmente de encontrarla para que la justicia le diese su merecido.
El rugido de mi estómago por hambre me sacó de mis pensamientos,- Shhhh… ahora no es momento de eso- me dije a mí misma ¿Quién piensa en comer cuando se está en una situación así? Mi estómago que va a su aire, supongo. Era una sensación de hambre inmensa, de esas por las que uno diría que sería capaz de comerse un caballo entero.
“Frumos” Sentí decir débilmente en mi cabeza. Mi agotamiento era tal que ni siquiera podía pensar con claridad en su voz.
“¿Dónde estás?” dije yo buscando cómo hablar con él con las suficientes palabras para que me entendiese sin llegar a agotarme del todo.
“No lo sé. Me vendaron los ojos y estoy atado con algo que lleva plata. Estoy muy débil pero siento que estás cerca. Por favor ayúdame.”
“Yo también estoy encerrada y agotada. Creo que nos tienen que haber dado algo con láudano o similar, aunque creo que yo ya padecía un poco antes de que me encerrasen”.
“Puede ser, pero tu agotamiento no solo se debería a un narcótico. La culpa de eso la tiene nuestra unión. Tú me necesitas igual que yo a ti”
“¿Qué estás diciendo con que nos necesitamos?”
“Búscame frumos, y lo entenderás mejor. Estoy muy cansado para seguir con nuestra telepática conversación. Creo que me están drenando la sangre…”
De golpe dejé de sentirlo en mi cabeza. “¿Constantin?” repetí varias veces sin éxito. ¡Mierda, deben de tenerlo en alguna parte por aquí cerca! Quizás esta no sea la única habitación donde se dedican a hacer atrocidades. Quizás está a punto de morir para siempre… ¡y yo sin poder hacer nada! Debia de pensar en algo rápidamente o ninguno saldríamos de allí. Los minutos pasaban mientras yo me devaneaba el seso sin muchas opciones a la vista, tal vez el discurso del senador Starch estaba en marcha y quedaba poco tiempo para salir de allí … quizás si gastase las pocas fuerzas que me quedaban intentando patear la maldita puerta lograría escapar,- para eso tengo algo más de fuerza que un simple humano ¿no?- pero cabría la posibilidad de hubiesen dejado a alguien vigilando. Necesitaba saber donde estaba Constantin, llegar hasta él y ayudarle a liberarse. Entonces podría tomar algo de mi sangre y sacarnos. Yo seguramente saldría inconsciente pero eso es mejor que quedarse. Intenté conectar de nuevo pero no sentí nada. En esos momentos el inconsciente era él. Froté mis brazos intentando consolarme y al hacerlo pasé ligeramente las palmas de mis manos sobre mis pentalfas con el único impedimento de mi ropa, con lo que apenas noté una pequeña vibración.
-¡Eso es! – grité y seguidamente tapé mi boca. Había sido tal la alegría de tener una pequeña posibilidad para escapar que no me pude controlar y alcé la voz.- Voy a intentarlo- susurré aunque no me hacía falta porque me lo decía a mí misma. Lo hice más para alentarme que otra cosa.
Cuando Jacob estuvo buscando mis armas rasgó bastante de la parte delantera de mi ropa así que el pentalfa sobre mi pecho estaba bien visible por encima del sujetador. Pasé mis dedos suavemente por todo el contorno mientras me concentraba. Era impresionante notar todos los salientes que conformaban el diseño. Hace unos días no tenía nada, después apareció el dibujo y era como una tatuaje liso. Ahora todas las líneas eran muy perceptibles al tacto de una forma agradable. “William” Dije mentalmente intentando llamarlo. “William” Repetí cuando no apareció. Varios intentos más y me desesperé. –William, ¡¿se puede saber donde cojones estás cuando te necesito?! -Susurré en un tono enfadado.
El pentalfa comenzó a hormiguear y retiré mis dedos justo a tiempo de ver un casi imperceptible torbellino que lentamente tomó la forma del antiguo guerrero haciéndome una reverencia- ¿Me buscabais, mi señora?
-¿Tú que crees? Todavía no sé exactamente cómo haces para estar dentro de mí, pero estoy segura de que sentiste mi llamada la primera vez.
-No lo niego.
Esa respuesta me enojó más- ¿Y por qué no viniste? No soy partidaria de que te quedases aquí en vez de cruzar al otro lado o lo que sea que haya, pero ya que te metes en mi cuerpo lo menos que podías hacer es asomar.
-Mis más sinceras disculpas. Yo realmente quise salir la primera vez, pero ha sido como estar en un laberinto y no ver la salida. Todo el tiempo andaba en círculos. Viéndoos ahora me parece que estáis muy débil y quizás eso tiene la culpa de que yo no consiguiese salir.
Eso me hizo pensarlo- ¿Tú crees?
-Por supuesto, aunque me incomode decirlo yo requiero de un poco de vuestra energía para mantenerme aquí. Los espíritus debemos anclarnos a algo o a alguien para permanecer en este mundo. Unos lo consiguen por su necesidad de terminar algo que quedó inacabado cuando estaban vivos, otros simplemente no reconocen que están muertos y vagan por todos lados absorbiendo la energía al pasar por entre los objetos o las personas, y por ultimo están los más fuertes, que son aquellos que conviven con alguien en concreto y usan su energía para no desvanecerse. Cuando nos convocaste en la mansión que hay al lado del cementerio usaste una buena cantidad de tus reservas.
-No lo sabía. Recuérdame que no vuelva a hacer una cosa así, todavía me siento como una mierda.
-Mi señora, si me permite decirlo diré que hay algo más que absorbe de usted. No sé lo que es, pero sé que lo presentí en su interior.
-Nos ocuparemos de eso después, cuando consiga salir de aquí. ¿Podrías echar un vistazo ahí fuera y decirme qué ves? También necesito comprobar si Constantin está por aquí encerrado en alguna parte. He tenido una pequeña llamada mental suya y no es muy esperanzadora. Necesito escapar antes de que vuelva a desmayarme.
-¿Se refiere al vampiro? No debería mezclarse con ellos, he visto demasiadas veces cómo ellos ansían la sangre de la gente que tiene magia. Pueden intentar drenarla.
-Si ya… esto debería haberlo sabido antes y me hubiese ahorrado muchos problemas. Ahora ve a hacer lo que te he dicho y gánate la energía que me chupas.
-Será un placer obedecerte.- y se esfumó sonriendo mientras atravesaba la puerta.
Me apoyé en una esquina y acerqué mis rodillas a mi cara para reposar la cabeza. Realmente estaba hecha una mierda, toda mareada y débil, con una mezcla de pensamientos aturdiéndome. Debia de haber hecho caso a mi abuela cuando me desaconsejó mudarme aquí. Ella estaba tratando de advertirme sobre los peligros de acercarme a zonas pobladas por vampiros, pero lo hizo tan sutilmente tratando de no contarme sobre mi verdadera naturaleza que no le hice el más mínimo caso. En fin, eso ahora no tenía arreglo…
-Ya estoy aquí, mi señora. El pasillo y los alrededores están despejados. Solo hay dos camareros y el personal de cocina arriba. Están muy confiados con que van a triunfar que no se preocupan por los que están atrapados aquí abajo.
-¿Quiénes están atrapados?
-Bueno, no se el nombre de todos los que están aquí, pero pude ver al vampiro que buscas. Hay varios más como él incluida esa que parece un hombre refinado. También hay un tigre y un león enjaulados.
-Debes referirte a Kareemah. No puedo creer que también la atrapasen. ¿Dónde están?
-A lo largo de este sótano hay varias habitaciones similares a esta. Los vampiros están comenzando a despertar, pero todos tienen tubos conectados a sus brazos y les están sacando la sangre. Y hay cámaras grabando en todas las habitaciones.
-¡Mierda! Necesito encontrar la forma de salir y necesito llegar hasta Constantin, de todos los que están por aquí sería en el único en quien confiaría para ayudarnos a salir.
-Él no está lejos, lo tienen en la habitación de al lado. Justo sobre una mesa al lado de esa pared.
Saber que estaba cerca me dio ánimos para pensar en la huida. Volví a repasar todo lo que había en la habitación: la esperpéntica mesa, el lavabo vacío, el armario que no podía abrir, la videocámara sobre un trípode… giré hacia William- Asoma la cabeza al pasillo y avísame si baja alguien, voy a hacer ruido.
No dijo nada, simplemente asintió y sacó la cabeza por el centro de la puerta. Hubiese sido cómico estar viendo solo la mitad del guerrero medieval atravesando la puerta si no fuese por la situación que teníamos en esos momentos. Me centré en la videocámara, después de comprobar que no estaba conectada a una toma de corriente la saqué del anclaje que la enganchaba al trípode y la dejé sobre la mesa. Cogí el trípode, reuní la fuerza que me quedaba y comencé a golpear el candado del armario. Armé mucho estruendo pero mientras William no diese la alarma no pasaba nada.
Cinco intentos más y el candado cedió justo en el momento en el que el trípode se partía y me quedé con una de las patas en la mano. Como era de esperar dentro solo había guantes, vías, bolsas, cadenas y esposas con aleación de plata. Encontré un par de bisturís y varias estacas de color azul exactamente iguales a las que usaron para matar a los vampiros del hotel. Un par de sierras que me dieron repelús las dejé donde estaban, no quería imaginar que habrían serrado con ellas. Me puse un par de guantes y extraje dos de las estacas para guardarlas en una de las bolsas para sangre. Podrían usarlas como prueba para incriminarlos. Cerré la bolsa y me la guardé en la parte trasera de mi cintura sujetada por mi ropa. También me apropié de uno de los bisturís para usarlo como arma de defensa. Volví a recoger la pata del trípode y me dispuse a golpear en la pared con su punta. Al poco rato ya podía rascar el cemento para sacar los bloques del muro. Con mucho sigilo acabé por sacar uno y miré hacia el otro lado. Distinguí un cabello rubio muy familiar para mí y eso me animó para continuar con mi labor de quitar trozos de la pared. Mis brazos y manos estaban siendo arañados pero no me importó, tenía que llegar hasta él como fuese. Cuando ya había conseguido desarmar un cuadrado lo suficientemente grande como para pasar al otro lado probé a llamar a Constantin en susurros mientras lo tocaba en el rostro para despertarlo. Estaba muy frío al tacto y su piel estaba tan pálida que casi era translúcida.
“Frumos, al final conseguiste encontrarme”.
“Y tu al fin conseguiste despertar”, contesté yo mentalmente también.
“Es el olor de tu piel y de tu sangre lo que lo consiguió. Es embriagador y más ahora que estoy casi desangrado. Mea floarea, necesito que me alimentes o no podremos salir de aquí”.
“¿No hay otro modo de que te levantes? No me gusta ser mordida”.
“No puedo, mi sangre es la que me mantiene en pie, es la magia que hace que no esté muerto. Sin ella estoy débil. Por favor…”
Suspiré. Tendría que dejarle hacer pero primero necesitaba ocuparme de la videocámara que estaba encendida en su habitación. Jacob era realmente un hijo de puta depravado que disfrutaba viendo como los mataba. Grababa todo para poder verlo una y otra vez. Volví hacia mi lado y llamé a William quien todavía estaba en la misma posición vigilando el pasillo. Desde luego debió ser un soldado eficiente en su vida medieval.
-¿Qué necesitas, mi…?
-Lo primero, que dejes de llamarme tu señora. Esto es Chicago, siglo XXI, no la época de las caballerías y las cruzadas. Lo segundo, necesito saber si la energía que necesitas para mantenerte aquí puede ser eléctrica.
William lo pensó por un momento- No conozco bien el funcionamiento de la electricidad ya que en el cementerio no ha habido mucho de ella, pero recuerdo un par de veces haber pasado por el muro donde está la pequeña capilla y me choqué con el farol de la entrada. Fue algo inmenso, como estuviese estallando y rehaciéndome de nuevo en un segundo. Es algo parecido a lo que siento cuando estoy dentro de ti, así que sí, supongo que también me puedo alimentar de la luz eléctrica. ¿Por qué mi…?
Alcé la palma de la mano para detener sus divagaciones- Está bien. Puede ser que puedas ayudarme en otra cosa más. Necesito que entres en la habitación de al lado y vayas hasta un aparato como el que hay en el lavabo. Necesito que chupes toda la energía que puedas hasta que consigas fundirlo.
-¿Fundirlo? ¿Cómo voy a fundir nada si no tengo una fragua o un horno?
Rodé mis ojos. A veces es difícil tratar de explicarle las cosas a un fantasma que vivió hace varios siglos y ha tenido poco roce con los avances tecnológicos.- Mira, tú solo ve y extrae su energía hasta que una lucecita verde que tiene en un lado se apague, ¿OK?
Asintió y fue hasta la videocámara murmurando no se qué sobre mejor luchar contra dragones. Lo principal es que le vi atravesar la cámara y mantenerla en su centro. Aquello comenzó a echar humo y al minuto ya estaba fundida. Los cables conectados al enchufe estaban medio derretidos. William sonrió. -¡Oh mi Dios, fue magnífico! -Estaba vigorizado, incluso su espectro era más opaco.- ¿Puedo ir a las otras habitaciones y tomar un poco más de eso que llamas electricidad?
-Mejor vete a buscar ayuda y luego si quieres haces lo que te apetezca con esas cámaras.
-No sabría a quien pedirle, resulta que sólo puedes verme tú y otros espectros. Y que yo sepa, no quieres volver a tenernos a todos a tu alrededor extrayéndote la energía.
Llevaba razón. Pensé en quién más sería capaz de notarlo y decidí que quizás Enrietta podría captar algo de su esencia. Enrietta no podría verlo pero seguro que encontraba el modo de recibir el mensaje. Le expliqué como llegar hasta allí igual que si fuese montado en un coche y tras verlo partir hacia la carretera recé porque lograse pedir ayuda.
Una vez que ya no podían verme por cámara entré a gatas pasando por debajo de la mesa donde estaba él. Me apoyé sobre el borde y me impulsé para incorporarme. Me quedaba poco antes de caer desplomada. Constantin yacía inerte nuevamente. Menuda escena, una medio muerta y débil intentando revivir a uno muy muerto y desangrado...
Iba a deslizar mi muñeca hacia su boca cuando sentí otra voz en mi cabeza. “¿De verdad vas a dejarle hacer?” Era Kareemah “Yo podría darte más protección que la que puede proporcionarte él”
“Si tan buena eres protegiendo, ¿cómo es que te atraparon?” Espeté. “Si no puedes hacer eso por ti no eres más buena que él. Incluso me atrevo a decir que él es mejor, por lo menos consiguió que escapase de tus garras”.
“Él no te cuenta todo, piensa que es un vampiro, está en nuestra naturaleza. Por favor, ayúdame a liberarme y te explicaré todo. Él y yo nos conocimos en cuando tú moriste”
“No voy a caer en tus trampas, tu solo quieres drenarme. Cuando escapemos de aquí enviaré a alguien para ayudarte, pero debes prometerme que no drenarás a quién venga. Es mi última oferta y no estás en una posición como para ofrecerme algo más”.
“Yo solo estoy atrapada, solo necesito que liberes una de mis muñecas”.
“No trates de liarme Kareemah, sé que también estás siendo drenada”
Pensé que se había dado por vencida cuando no me respondió y me centré en desarmar las esposas con el bisturí. Fue algo trabajoso pero al final pude dar con el cierre y liberé uno de sus brazos. Constantin se incorporó con su habitual velocidad vampírica y se arrancó sin preocupaciones la esposa de su otra mano. Volvió su rostro hacia mí, con una mezcla en su cara de hambre desnuda al ver mi pecho casi al descubierto y de hambre feroz al descender sus colmillos. En un momento estaba susurrándome en la oreja desde atrás.
-Perdóname, mi flor. Pronto no dolerá, lo prometo.
No pude preguntar a qué se refería porque instantáneamente estaba tras de mí sobre mi cuello con una mano apartando mi cabeza para que quedase más expuesta. Mi vena palpitaba locamente al saber que iba a ser mordida. Él sabía de mi pánico por recibir un mordisco desde que tuve la visión de cómo fue mordido, por eso me pedía perdón anticipado. Se relamió con mi palpitar y descendió la boca. Fue un dolor agudo, enorme, que duró lo suficiente como para que yo entrara en pánico. Chupaba ávidamente y mi dolor acrecentaba. Mi cuello estaba rígido por la postura. Se separó de mi para darme un lametón en las heridas, luego volvió a chupar, esta vez sin pincharme con sus colmillos, como si el hambre cruda hubiese pasado y ahora quisiera disfrutar de su cena. Esto último lo digo porque me acercó más a él y pude notar la dureza de su pene contra la parte trasera de mi cuerpo. Además, deslizó su mano por mi cintura hasta que alcanzó uno de mis pechos y se dispuso a masajearlo. Comencé a notar un calorcito por entre mis piernas. Dios, estaba poniéndome cachonda en un mal momento que no quería que acabase.
-Constantin, por favor. Estoy desmayándome y debemos de salir de aquí.
-Y yo te necesito, Frumos. Después nos iremos…- dijo volviendo a beber de mi y a manosearme.
“Te dije que él es un vampiro, y como tal piensa primero en sus prioridades. Nuestro instinto nos hace así, cuando nos alimentamos no siempre pasa, pero a veces necesitamos también cubrir nuestras necesidades primarias, como por ejemplo el sexo. En un estado como el que está teniendo él puede ser o muy placentero o muy peligroso. No despertará hasta que lo haya aplacado” Kareemah estaba ahí de nuevo.
“Me niego” dije girándome para impulsarlo hacia atrás y alejarlo de mí. Una luz fluyó de mi mano y Constantin cayó impulsado sobre la mesa. Se levantó de prisa y se acercó de nuevo.
-¡Oh Frumos, cuanto lo siento!. Ese no soy yo, es el monstruo en mí. Yo nunca te haría eso. Permíteme que te ayude dándote un poco de mi sangre, eso te hará recuperar tu energía.
Yo podía sentirlo pero estaba deslizándome a mi inconsciente. Mi cuerpo no aguantaba más. Me cogió por el cuello tratando de levantar mi cabeza y de nuevo presentí una neblina. Otra mierda de visión y me temía que iba a tener que ver con él…

2 comentarios:

  1. Me encanto el capi!!!! sigue asi! :D de que sera la visión?

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  2. Hola guapa!, siento haber tardado tanto en pasar a visitarte, pero como ya sabes "El Club De Las Escritoras" me roba mucho tiempo... Bueno perla, pasaba a saludarte y comentarte algo, aunque no sé si lo verás a tiempo...

    Lo ke kería decirte es k tengo en activo un konkurso kaliente de relatos erótikos donde premio con el libro "Erótika Vol.1" de Karol Scandiu... ¿t apuntas?: http://elclubdelasescritoras.blogspot.com/2011/07/konkurso-kaliente-para-celebrar-el.html

    Finaliza el 1 de Agosto, si t lo propones aún estas a tiempo... ¿a que esperas?.

    Es para mayores de 18 años.

    Que pases un lindo comienzo d semana, muak!!!

    P.D.: Haber si me pongo a leer esta preciosa historia k pinta muy bien.

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