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MIS OBRAS

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lunes, 30 de mayo de 2011

Saga "La Mediadora, El Comienzo" Capitulo 34: La Sede

Me costó un infierno hacerles ver que no iba a cambiar de opinión por muy peligroso que Mina creyese que podía ser para mí. Creo que es algo de los genes familiares, los Tunner somos testarudos al cien por cien.
Justo cuando cogía una chaqueta para salir sonó el teléfono de Kane y me detuvo sujetándome ligeramente por el brazo, era Matt. Tras preguntarle donde estábamos y lanzarle varias palabras maldiciones por haberme traído a la ciudad le ordenó que me retuviese en casa hasta que llegase él, temía que los vampiros o su séquito me encontrasen. Kane intentó decirle que yo quería salir pero tras intentar decirle unos cuantos “peros”, “sí” y “no” sin conseguir terminar su frase desistió y dejó que su hermano descargase sobre él lo que quiso. Me alegro de no haberme puesto al teléfono, Matt estaba hecho una furia.
Kane colgó y dio un salto para alcanzarme justo cuando agarraba el pomo- ¡Espera! ¿Dónde vas? Matt dijo que lo esperes aquí hasta que llegue.
-Matt puede decir lo que quiera. Pienso recoger mis cosas le guste o no y pienso hacerlo antes de que los vampiros puedan intentar entrar en casa de Dinescu. No quiero que encuentren ciertas cosas que llevaba en mi maleta.
-¿Cómo qué? No creo que sea algo que no pueda esperar a que Matt llegue.
-Uy Kane, no sabía que fueses tan cotilla.- dije con sorna antes de ponerme seria- Lo más importante para mí es mi portátil, es mío, no de la editorial. En él estaba escribiendo mi reportaje para luego pasarlo a la computadora de la empresa. Pero además tiene archivos personales, como fotos mías con mi abuela o de la casa donde vive junto con un listado de direcciones donde está la de ella incluida por si alguna vez me pasaba algo y era necesario que la localizaran. No quiero que tengan acceso a mi familia, es lo único que me importa. También está esta dirección.
-Es mediodía, puedes esperar a que Matt llegue, no te dejaré salir.
Suspiré, me quité la chaqueta y me volví hacia el pasillo- Sabes Kane, creí que eras simpático y que nos entendíamos. Ahora pienso que eres un grano en el culo… y tu hermano también.- y me metí en mi dormitorio.
-Prefiero ser un grano en el culo para ti a ser un simpático grano en el culo pateado por mi hermano.- escuché a Kane decir mientras yo hurgaba en mi maleta de armas. Volví a colocar todo en su sitio y regresé al salón con un abrigo tres cuartos en mi brazo.
Kane se había vuelto a sentar en el sofá junto a Mina. Tenía que ser rápida así que me lancé hacia la puerta con rapidez. Kane dio un salto y se colocó detrás de mí para sujetarme. En ese momento yo me giré mientras lo cogía por la muñeca y eché su brazo hacia abajo. Se escuchó un click y Kane abrió los ojos sorprendido, le había puesto unas esposas en el brazo que lo mantenían atado al radiador. Sonreí maliciosamente- ¿No pensarías de verdad que iba a quedarme, no? Fui a mi dormitorio a por esto y a por un abrigo más grueso, en la chaqueta se podía adivinar que llevo mi Smith.
-¡Joder Eve, estás loca!- dijeron en sincronía Mina y Kane.
-Loca no, lo que sé es que tuve unos cuantos were persiguiéndome y esos no necesitan que sea de noche para moverse.
-Al menos déjame que vaya contigo para respaldarte.
-Prefiero que te quedes aquí. No te ofendas, pero si yo pude engañarte no tienes mucho que hacer contra los que me buscan, todavía necesitas entrenamiento. Volveré enseguida. Intentaré llegar antes que Matt, si no, él podrá quitarte las esposas cuando venga, son policiales y se abren con una llave maestra. –Y salí corriendo antes de que Mina también me reprochase dejarlo así.
No vi al portero en recepción y como tenía intención de llevarme mi coche de la casa de Constantin salí a pie por la entrada principal. Mejor, así no tenía que ver la cara pocha del vigilante del aparcamiento. No me caía nada bien.
Pese a ser Chicago, una ciudad con bastante polución, exceso de vehículos y gente a todas horas, no estaba mal ir caminando para variar. Lo único que enturbiaba aquel paseo era los grupos pre-vampiros que inundaban toda el área. Los había pacíficos, dedicados exclusivamente a portar sus carteles, pregonar su odio a los vampiros a través de un megáfono y repartir panfletos en apoyo al reverendo Kern como única salvación contra la nueva ley. Esos eran los pacíficos, y menudo lío estaban armando. Luego estaban los alborotadores, que usando la manifestación como excusa iban haciendo destrozos en el mobiliario urbano, todo en honor a la purga de la ciudad. Iba procurando pasar desapercibida, oculta tras unas gafas de sol de cristal amarillo que camuflaban el color de mis ojos. Cualquiera que me mirase los veía de un color marrón melado. Mi mano derecha estaba dentro de mi bolso sujetando la pistola y había abierto mi abrigo lo suficiente para poder meter la mano en busca de mi S&W si llegara el punto. Por lo demás, procuraba no mirar fijamente a nadie. Estaba bastante agotada, nunca me había sentido así de cansada. Era como si llevase una semana sin comer y necesitase recargar las pilas. Conforme caminaba los pensamientos de todo el mundo entraban a golpe en mi cabeza. ¡Dios, como odiaba eso! Desde que había regresado había vuelto esa maldita habilidad a mí. “¡Por culpa de los vampiros vamos a morir!” “¡Nos comerán si no los matamos primero!” “Mi hijo se ha liado con una puta que tiene los mismos años que podría tener mi tatarabuela si viviese. Si se entera alguien de la familia nos desheredan” “Kern tiene que evitar que existan, al menos en Illinois”… y así todo el camino. Con lo cansada que estaba no había modo de evitar escuchar la mierda de pensamientos de todo el mundo.
Intenté para un taxi, pero ninguno se fiaba de nadie que caminase en medio del alboroto y resignada seguí con mi paseo. Tras lo que me pareció una eternidad por fin entré en la calle donde estaba la residencia de Constantin. Allí el tumulto era mayor y las expectativas hacían suponer que solo era el comienzo. Si no conseguía pronto salir del atasco mi cabeza iba a estallar con los pensamientos. Argg! Lo que acababa de oir… y luego me dicen a mí que soy mal hablada…
A la entrada principal de la mansión de Constantin era imposible de acceder, los manifestantes tenían secuestrada toda la zona para impedir el paso. Un numeroso grupo de agentes de la policía los mantenían a raya para que no intentaran entrar a la fuerza. Lo único que estaba más accesible milagrosamente era el restaurante, tan solo estaban unos cuantas personas sentadas sobre el pequeño muro que separaba el aparcamiento privado de la zona pública. Salté el muro sin demasiado esfuerzo y me encaminé hacia el local.
Dentro estaba calmado aunque se respiraba una pequeña tensión casi impalpable. Eché una pequeña mirada abarcándolo todo y no fue sorprendente encontrarme con que allí había weres entre las personas, ninguno que diera indicios de hostilidad o de ser enemigo en potencia. Me acerqué hasta el mostrador del maître y con voz suave le pregunté por Elliot. Al principio dudó de mí pero tras insistir y darle mi nombre añadiendo que Elliot mismo iba a querer que pasara de inmediato descolgó un teléfono y tecleó una clave para poder comunicarse con él. Al cabo de un minuto me acompañaba hacia las oficinas del restaurante. Me dejó en la puerta inclinándose en una pequeña reverencia y tras dar un ligero toque en la puerta para indicar que estaba allí entré.
Elliot estaba embutido en uno de esos trajes de raya diplomática tan ajustados que le hacían verse como de los años veinte. Se levantó del sillón que había tras la mesa de despacho de Constantin y con una sonrisa se acercó a mí-¡Señorita Tunner, un placer comprobar que se encuentra bien! No está herida, ¿verdad?
-Gracias Elliot, solo estoy agotada. ¿Han tenido noticias sobre Constantín? No he sabido nada desde que Donovan me sacó de la mansión de Moretti.
Su rostro cambió a un estado más serio, casi lacrimoso, pero se mantuvo con esa actitud estirada típica en él.- Poca cosa. Cristine es la única que ha vuelto y tras explicarnos lo que sabia la enviamos con otros were ara que se curase. Llegó haciendo autostop en un camión de mercancías hace un par de horas. Nos contó lo que vio y como el señor Dinescu se quedó peleando con Lucien. Vio como Mei Ling era asesinada, reducida a cenizas. Pero no supo decir si había conseguido escapar de allí porque el techo y parte del muro cayó desplomado. Ella cree que le alcanzó y a Adam también, pero como consiguió salir por el hueco abierto por el derrumbe y estaba siendo perseguida poco pudo hacer. Intentó volver a buscarlos pero era muy peligroso.
-¿Entonces qué opina? Creo que si él hubiese muerto a estas alturas ya lo habrían gritado a los cuatro vientos. No me pareció que todos los presentes fuesen muy amigos de él.
-Es exactamente lo mismo que pienso yo. Moretti ha estado siempre muy ansioso por hincarle en colmillo a Chicago, no hubiese desperdiciado la oportunidad de jactarse de haber conseguido Illionis en un combate.
-Constantin no estuvo luchando con Moretti, fue con Lucien. Ellos tienen una mierda de historia entre ellos.
Elliot pareció de pronto sorprendido- ¿Se lo ha contado el señor?
-En cierto modo si. He estado teniendo visiones de la época en la que él fue convertido cada vez que me rozaba o apoyaba su mano en mí. Gracias a una mujer llamada Claire consiguió matar a Natasha.
-Entonces usted es vidente, usted sabe por qué ellos están enfrentados. No solo mató a Natasha, también consiguió el favor de Kareemah, le cedió el dominio de estas tierras que entonces le pertenecían a ella. Por culpa de Lucin perdió a Claire.
-¿Cómo? Eso nunca lo he visto.- Después de preguntar me dí cuenta de que no debí de hacerlo.
-Eso mejor se lo explica el señor cuando consigamos localizarle. No le gustará saber que hablé de esto con usted. Comprende que esto no puede escribirlo en su artículo, ¿verdad?
-Mi artículo no va de su vida pasada, sólo se trata de explicar como es la vida cotidiana de un vampiro dueño de una ciudad. Nunca utilizaría información sin su permiso, tengo principios.
-Gracias señorita, disculpe que le haya hablado así, pero después de haber leído el artículo que publicó la editorial donde trabaja no sé cómo fui capaz de hablar de esto con usted.
-Yo me enteré hace una hora y desde luego tengo que hablar con mi jefe sobre eso, me ha puesto en una mala situación con todo lo que está pasando. Suerte que no se distingue bien mi rostro. Aún así tendré que tener cuidado. La información que me ha dado no me ayuda a intentar localizar a Constantin, tendremos que esperar a que llegue Donovan y pueda conocer algo de la policía que no hayan dicho a los medios. Si no le importa, necesito recoger mi portátil de la habitación. Cuando todo esté más calmado volveré a por el resto de mis cosas. No quiero que me vean salir de aquí con un bolso de viaje después de lo que han publicado.
-Por eso no se preocupe, traje sus cosas a la oficina del restaurante, para que en caso de que asaltaran la mansión sus cosas no fuesen destruidas. Coja lo que necesite ahora.
Abrió un enorme armario que había en un lateral. Una parte estaba llena de carpetas y archivos que debían ser de las cuentas del restaurante. En el otro lado estaban un botiquín, varias cajas y mis cosas. Cogí mi portátil y le dí las gracias para irme.
-Perdone señorita Eve, ¿puede darme algún número de teléfono donde poder localizarla? Solo en caso de que usted sepa algo antes que nosotros o me entere yo.
-Mi teléfono se rompió en mitad de la lucha en la mansión de Moretti. Hasta mañana que estén abiertos los comercios no podré comprarme uno. Me llevaré una tarjeta del restaurante y le llamaré para dárselo.
Elliot abrió una de las cajas del armario y me ofreció un teléfono móvil metido en su caja en la que estaba escrito el número treinta y cinco. Era de alta y costosa tecnología y era nuevo.- Tenga, siempre tenemos nuevos teléfonos de sobra. Cuando Constantin se enoja tiene tendencia a desahogarse con el teléfono y cualquier pared a mano, así que nunca nos faltan repuestos. Por el número que hay escrito en la caja yo sabré cual es el número al que tengo que marcar para contactarle. Tenga cuidado.
Le di las gracias y salí de la oficina. Iba a coger el coche pero pensé primero en encargar algo de comida para llevar de allí mismo. Podíamos estar en una situación de riesgo pero como dice mi abuela, “Aunque las cosas vayan mal hay que comer, puede ser que luego no puedas hacerlo”. Mi cuerpo necesitaba de verdad comer algo, si tenía suerte recuperaría algo de mis fuerzas. ¿Y si luego venían Kareemah o Lucien a por mi? Mejor estar fuertes y con el estómago lleno que vacía y debilucha. Tras veinte minutos alcancé la puerta de mi Beetle con una paquete lleno de costillas asadas, patatas bravas y ensalada, suficientes para cuatro personas. Esperaba que Donovan pudiese comer con nosotros antes de irse a la manifestación. El aroma que llegaba a mi nariz me decía “corre pronto a casa antes de que se enfríe”.
-¡Hola! ¿Qué haces tú en ese restaurante? Pertenece a los vampiros.
Me giré, era Jacob, el portero de “Sol en la Noche”, la sede del reverendo Kern. “Piensa Eve” -me dije a mí misma- “No te conviene levantar sospechas ante un activista antivampiros en mitad de un grupo de ellos”
-Ah… hola Jacob, estaba comprando algo para el almuerzo. ¿Sabes? ¡Aquí hacen unas costillas asadas de chuparse los dedos! Y...
-¿Y qué? Sigue siendo un local de vampiros. Nos quitan nuestra sangre, matan a los nuestros, ¿y encima les regalas tu dinero?
De su mente me llegaban pensamientos muy confusos, apenas imaginables. Ya no sabía si se debía a mi agotamiento cada vez más agravado o a que el tío tenía el seso hecho una mierda. Encontraba imágenes difusas de mí, del día en que nos vimos en el local donde trabajaba unidas a otras con una iluminación tan oscura que apenas conseguía ver algo. Las palabras “bonita” y “divertida” aparecían cuando me veía a mí misma, pero se unían inmediatamente a “odio” y al “asco” cada vez que una imagen oscura y borrosa se entremezclaba. Incluso tuve varias visiones de Kern en medio de todo el combinado. Conseguí unir algo de mis pensamientos para contestarle-Bueno, no exactamente… Les doy mi dinero a cambio de algo, comida. Es puro y simple comercio. ¿Quieres probar una? Así sabrás a lo que me refiero.
Jacob cogió la bolsa del restaurante de mis manos y la tiró a un cubo de basura cercano con muy malos modos- Sigue siendo comida de vampiros. Si te gusta la buena comida de verdad voy a mostrarte un restaurante que de verdad la tiene, sin riesgos a que también te pidan algo de tu sangre.
De nuevo las imágenes atravesaron mi mente como un tornado y se fueron en un flash, entonces reaccioné, ¿por qué cojones iba a él a tirar mi almuerzo? Me moría de hambre -¡Hey, que yo pagué por esa comida! ¿No crees que yo sería quien tendría que decidir si está buena o no?
-Yo te invito en compensación. ¿Es este tu coche? Yo te indico por donde ir.
“Mierda, ¿y ahora qué hago? Si le digo que no a un radical como él me va a señalar como pro vampiro y con el jaleo que hay aquí no creo que sea buena idea. Si le digo que sí voy a llegar tarde a casa y Donovan va a pensar que me han encontrado los perros de Kareemah. Voy a intentar persuadirle de que me deje ir con alguna excusa y si no tendré que excusarme para ir al aseo en cuanto lleguemos al restaurante y llamaré a casa para tranquilizarlos”. –Esto… Jacob, ¿seguro que no quieres quedarte? Esto se va a poner caliente en un rato…
-Lo sé. Vamos a sabotear el discurso de Starch con nuestras movilizaciones. Estarán aquí todos los medios de comunicación y cuando vean la repulsa que tiene Chicago a los vampiros Kern conseguirá los votos que le faltan para eliminar las leyes que protegen a esa escoria. ¿Tú vendrás también, verdad?
-Creo que no, nos es que me falten ganas, pero acabo de llegar de viaje tras una semana fuera por culpa de mi trabajo y necesito descansar. Veré todo por la televisión, seguro que estarás imponente cuando te vea por la pantalla.- forcé una sonrisa en mi boca pese a la desgana intentando parecer a gusto con sus palabras. Hace poco tiempo yo era alguien que odiaba a los vampiros como el que más, aunque no fuera tan extremista. Ahora creo que no hay un único lado bueno o malo. Los vampiros son como nosotros, hay de todo, buenos y malos. ¡Qué coño digo! Los vampiros fueron como nosotros antes de mutar a lo que son ahora, así que es normal que tengan las mismas formas que nosotros. Esperaba que con esa sonrisa Jacob no tuviera objeción a que no estuviera entre las filas de radicales cuando se liara el discurso.
-Si, la verdad se te ve un poco cansada, pero aún así estás guapa. ¿Nos vamos?
“Joder, tengo la sensación que desde que se activaron mis poderes wicca todo el mundo está atraído por mí de alguna manera. Soy un imán para los tipos raros… y perseverantes”- Está bien, pero me iré pronto. En serio, no me encuentro muy fuerte y voy a ser una pésima compañía.- quemé mi último cartucho de excusas para ver si tenía suerte y me dejaba irme.- Ahora que lo pienso… ¿cómo voy a sacar el coche de aquí con toda esa gente cortando el paso? Será mejor que me valla a casa aunque sea a pie.
-¡Sin problema! Yo soy la mano derecha de Kern en algunos de sus asuntos como este. ¡Chicos dejad paso al Beetle que tengo que salir un rato con esta linda mujer!
Como si quien hubiese hablado fuese el mismo Moisés la multitud se abrió hacia los lados dejando hueco para que sacara el coche. ¡A la mierda mi último cartucho de excusas tontas!... Resignada, montamos en mi coche y seguí las instrucciones que Jacob iba dándome hasta que alcanzamos un restaurante justo en las afueras al norte de Chicago. Era un local de carretera enorme típico de los que usan los camioneros por su gran estacionamiento, con una pequeña ermita a la derecha, grandes maceteros de hormigón repletos de arbustos recortados en todo el frontal y un salón inmenso para celebraciones a la izquierda con un maltrecho césped y un gran arco de forja repleto de rosales en la entrada, quedaba algo pobre debido a que sus flores no eran visibles por culpa de la estación en la que nos encontrábamos. Si fuese primavera o verano sería un precioso sitio donde celebrar una boda. Aparqué lo más cerca posible de la entrada para no tener que caminar mucho, los pies me parecían estar cargando algo pesado.
Me pareció extraño que solo estuviesen estacionados tres coches y un camión en el aparcamiento, algo raro para ser domingo. Normalmente los bares de carretera suelen estar más ocupados por vehículos en fin de semana y por camiones entre semana. Tal y como esperaba, el local estaba vacío, los vehículos debían de pertenecer a los empleados. Era un restaurante sencillo, con las mesas cubiertas con las típicas mantelerías a cuadros rojos que tienen casi todos los restaurantes de tipo medio. Eso sí, al dueño debían de gustarle mucho la religión y la caza, porque aquello estaba lleno de símbolos religiosos cristianos y de animales disecados, sobre todo aves rapaces. Un escalofrío recorrió mi cuerpo nada más pisar allí, aquello no me gustó. Tenía que poner tierra de por medio en cuanto tuviese oportunidad.
Un sonriente camarero vino enseguida a ayudarme a sentarme mientras saludaba a Jacob- ¡Eh, tipo duro! ¿Qué haces aquí en vez de estar frente a la mansión del vampiro? ¿Y quién es tu chica?
-No es mi chica, es una amiga. Y aquello va bien, está controlado. De todas formas habrá una reunión para la “carga especial” antes de que vayamos al discurso. Hemos quedado en el salón en tres horas.
El camarero recelaba porque Jacob hablara tan abiertamente frente a mí y tosió intentando hacerle callar, pero Jacob le dijo que no pasaba nada. Yo no quería realmente estar aquí. Necesitaba descansar sin importar cómo, pero esta información para Donovan iba a ser la bomba. Estábamos en la nueva sede de los radicales antivampiros.

domingo, 15 de mayo de 2011

Saga "La Mediadora, El Comienzo" Capitulo 33: En Casa

Pese a ser muy joven Kane mostró gran habilidad en el manejo de un coche. Conducía a toda velocidad como si llevase toda la vida montado en cuatro ruedas, un viejo Camaro que pese a tener bastantes años estaba bien conservado. No tenía ningún rasguño visible en el color azul oscuro de su carrocería, incluso le había acoplado un reproductor de cd’s bastante competente. Ahora mismo estábamos escuchando un tema de Jet.
Estábamos ya casi llegando a Chicago y mi cabeza tronaba con la cantidad de información que él me había suministrado sobre sus gustos musicales, su comida preferida y el nivel que había conseguido en el último juego de guerra para Play Station. No es que no fuera una conversación agradable, lo malo estaba en mí. Desde que había ayudado a Donovan me sentía más cansada que nunca. Mi energía estaba casi llegando al límite en mi resistencia. Eché la culpa a lo poco que había dormido en todos estos días y maldije en mi interior no poder descansar en cuanto llegase a casa. Tenía que hablar con Mina, cambiarme de ropa, recoger mi Beetle y mi portátil de la mansión de Constantin e intentar localizarlo. Tampoco sabía donde demonios se había metido William, lo más seguro era pensar que estaba devuelta en mi tatuaje, exento de todos los problemas exteriores. Si era así por lo menos tenía una cosa menos sobre la que preocuparme. Todo lo demás iba a requerir un precioso tiempo que no me dejaría ninguno para descansar. ¡Joder! A veces me gustaría que los días tuviesen cuarenta y ocho horas… Mi mirada estaba escondida tras unas gafas de sol por lo que Kane no podía ver lo enrojecidos que estaban mis ojos pero mi boca se abrió incontroladamente para bostezar.
-¿Te aburro?- Kane hizo la pregunta pero me estaba sonriendo, realmente no estaba molesto. Tenía la misma sonrisa que Matt. No, más bien su rostro era casi una copia fidedigna de la cara de Matt solo que con unos años menos- Estoy intentando que te mantengas despierta, casi hemos llegado y apenas has hablado en todo el trayecto. Quizás no fue tan buena idea consentir en traerte, podías estar durmiendo con Matt y después él te habría traído con el. Te ves muy pálida.
Negué con la cabeza -Matt hubiese dicho que no después de lo de anoche. Llevo casi una semana con el sueño cambiado, apenas he tenido tiempo de dormir. Si no tuviese sueño sería anormal aunque tengo que admitir que nunca me había sentido tan agotada de esta manera, como si tuviese cincuenta kilos colgando de mis hombros todo el maldito tiempo.- mi estómago rugió- Y parece que también tengo hambre. Dale al acelerador, necesito llegar lo antes posible a casa, cambiarme a algo de mi talla y vaciar el refrigerador.
-Eso es una idea magnífica, yo también tengo hambre. Los panther necesitamos un montón de proteínas para mantener nuestra energía al cien por cien.
-Supongo que será igual en todos los where, conozco un par de were-tigres que podrían dejar muy alto el listón en un campeonato alimentario.
Pasamos un par de calles con inminentes signos de destrozos y violencia. Baker no había exagerado en su explicación. Un montón de personas estaban situadas frente a la alcaldía con pancartas y megáfonos pidiendo justicia. Miré hacia una calle lateral por donde iban apareciendo más para unirse al grupo. La policía trataba de mantenerlos alejados con un cordón policial que delimitaba todo el edificio- Creo que se va a liar una buena mierda aquí. Sigue por allí a la derecha.

Siguió mis indicaciones y en cinco minutos más estábamos frente a la barrera del estacionamiento de veinticinco plantas. El guarda salió de su pequeña caseta con cara de pocos amigos. No lo reconocí, era un nuevo. ¡Demonios! ¿Aquí no duraban mucho trabajando?
-¿Tiene su pase para entrar?
Rebusqué en el bolso. Milagrosamente mi pase todavía estaba allí. Se lo dí a Kane y me asomé un poco más hacia su lado para poder hablar con el guarda- Aquí tiene, uso uno de los estacionamientos de la Sta. Blackford.
-Si el pase no es de su propiedad necesitaré también que me deje su documentación para poder apuntar su nombre en mi cuadrante de turno. Debo anotar a cualquiera que use el estacionamiento si no es propietario.
Esa norma era nueva para mí. De todos modos yo quería irme cuanto antes a casa así que no repliqué y le extendí mi permiso de conducir. Intenté ponerle mi mejor sonrisa mientras me lo devolvía tras anotar mis datos y me recompensó con una sonrisa igualita a la que puede dar un Bulldog, aun así nos dejó pasar. Le dí las gracias y entramos en el aparcamiento.
El coche de Mina estaba allí para mi sorpresa.- Vamos Kane, voy a presentarte a una buena amiga que estará encantada de conocer a un were-panther como tú. Ella está fascinada con el mundo sobrenatural.
-Es algo que pasa con nosotros los místicos. Si le añades un poco de mi impresionante atractivo personal tienes ante ti a un futuro top model masculino.- me dijo muy serio mientras entrábamos en el ascensor tras pasar la portería y saludar a Tim. Cuando lo miré con una ceja alzada sobre mis gafas oscuras estalló en risas.- ¿Qué quieres que diga? Si no me quiero yo mismo primero no tengo nada que hacer con las chicas.
Rodé mis ojos- Tú y tus hormonas masculinas en pleno apogeo… que seas un nene bonito no es lo único que gusta a las chicas, también tienes que aprender a escucharlas si quieres atraer a alguna.
-¿De verdad te parezco un nene bonito? Las chicas de mi clan solo están interesadas en saber cual de los chicos es más fuerte para barajarlos como futuro marido. Cuando por ejemplo me miran a mí intentan ver si mis músculos se ven bien desarrollados o preguntándose si sé si mis pequeños Kane son de buena calidad.
Mis cejas se alzaron con asombro- ¿Estás diciendo que les interesa saber si tu esperma es bueno? ¡Joder, a tu edad las chicas de mi generación se preocupaban de llevar un condón por si acaso los chicos no llevaban! Quiero decir, no soy una libertina ni tampoco creo que sea tan importante llegar virgen al matrimonio, solo pienso que siempre se debe ser precavido. Y tú me dices que ahora intentan lo contrario…
Se encogió de hombros- Son cosas de los were. Antes solíamos ser una tribu independiente, cada pareja era un clan por sí mismo y teníamos problemas territoriales. Mi bisabuelo decidió terminar con esa costumbre para poder adaptarnos a los nuevos tiempos y todos estuvieron de acuerdo. La línea de mando es sucesoria en la familia aunque tiene que ser aprobado por la comunidad. Soy hijo del jefe del clan, así que soy el segundo en la línea de sucesión tras Donovan. Mis hermanas Janis y Merry no cuentan. Janis se casó con uno de los panther del clan de Springfield y ahora pertenece a ese grupo. Merry vive en Elwood y tiene dos hijos, pero ni a ella ni a su marido les interesa la política del clan. Todos saben que Matt no se hará nuestro jefe salvo por una causa de fuerza mayor, así que solo quedo yo, el chico bonito. Si alguna consigue tener mini Kanes conmigo tiene casi cien por cien asegurado el puesto de mujer del jefe.
El ascensor se abrió y salimos hacia la puerta del piso. Mientras buscaba las llaves dije sarcásticamente en broma -Y claro, es una carga difícil de soportar… ¿no?
De repente Kane me miró fijamente. Al contrario de su madre, esa mirada le hacía parecer mayor, más maduro de lo que su edad debía hacerle ser. En un parpadeo había pasado de ser un chico a ser un hombre- ¿Crees que me divierte eso? ¿Saber que a lo mejor solo les intereso porque pueden conseguir un alto puesto en nuestra comunidad? Es duro para el ego de un muchacho no estar seguro de valer lo suficiente.
-Kane, solo trataba de seguir tu juego. Tú mismo dices que no solo eres una cara bonita y un buen culo. Tú sabes que vales más que solo eso.
-¿De verdad lo crees?- Ahora se veía esperanzado.
-No nos conocemos más que desde ayer pero has demostrado inteligencia. Tu tía también lo vio. ¿Recuerdas? Solo hace falta que las chicas que conoces también lo vean y para eso la única persona que puede ayudarte eres tú mismo.
-Gracias eres la primera persona con la que puedo hablar de esto sin que me diga que debo hacer lo mejor para mi comunidad.
La puerta se abrió antes de que pudiese meter la llave y Mina asomó-¡Oh dios mío! Escuché voces y no estaba segura de que fueses tú, por eso asomé. Las cosas se han estado poniendo mal por aquí…
-¡Mina! ¡Qué ganas tenía de verte! Vaya mierda de semana que llevo… Este es Kane, es hermano del sargento Donovan.
-Ho-Hola… - dijo tímidamente Kane.
-Hola, pasa por favor. Estaba repasando unos archivos y preparándome para esta noche.
-¿Esta noche?- dije al entrar por delante de Kane.
-Voy a cubrir el discurso que dará el senador Starch. “¡Qué pedazo de culo tiene el muchacho!”
-¡Mina!- la reprendí.
Ella me miró estupefacta- ¿Qué? Es un notición y todos pelean por dar la primicia, yo no voy a ser menos.
-Me refería a lo otro que has dicho.
-Yo no he dicho nada más. ¿Kane quieres tomar algo?
¡Mierda! Otra vez estoy oyendo los pensamientos ajenos. No había vuelto a hacerlo desde que estuve en la oficina. Me paré a pensar… quizás no podía oir a los seres sobrenaturales. Quizás solo funcionaba con los humanos. Me concentré de nuevo en Mina que estaba ofreciendo una cola a Kane y mi boca se abrió formando una O. Ahgg! Definitivamente no voy a repetir lo que ella estaba pensando, pero seguro que si Kane pudiese escucharla reventaría de hinchado que estaría su ego. Esta era una nueva faceta en ella que yo no sabía y nunca debería de conocer. Puse mi dedo índice y pulgar en mi entrecejo para masajearlo un poco y despejar mi mente de eso además de por el cansancio. Juro que tengo que hacer algo que me ayude a no escuchar todos los pensamientos ajenos… Intenté buscar algo que hiciese que ella se centrara en mí.
-Bueno, tengo algo escuchado sobre lo que pasa aquí, pero me gustaría saber más.
Tomé asiento en un sofá y me explicó lo que sabía, que casi era lo mismo que sabía yo. La diferencia era que sabía que el reverendo Kern había dicho que los asesinatos de vampiros pertenecientes a Dinescu estaban siendo provocados por ellos mismos para causar lástima y conseguir así sus nuevos derechos en la ley. Kern estaba tratando de conseguir aliados para poder abolir todas las leyes existentes y declararlos seres peligrosos que deben ser extinguidos.
-No estoy muy familiarizado con los vampiros, pero he escuchado a mi padre y a Matt hablar sobre ellos muchas veces, y creo que ellos no harían ese tipo de asesinatos para conseguir mejores leyes. Los vampiros son bastante políticos en ese aspecto y buscarían el modo de sobornar o negociar sin parecen bestias salvajes ante los humanos. Han aprendido de lo que pasó cuando dijeron que existían y hubo esa “caza de brujas” con ellos. No les interesa esa publicidad. Ahora eso si, dales un problema interno entre sus filas y no dudaran en sacrificarse los unos a los otros para conseguir las riquezas que el otro tiene.
-Yo tampoco lo creo.- Dije mientras mordía un bizcocho de crema.- Estuve con tu hermano en la morgue y vi los cuerpos. Quienes lo hicieron usaron estacas hasta en los humanos. Y no estaban drenados. Un vampiro nunca desprecia la sangre.
-¿Estuviste allí? Podrías contármelo todo para un artículo, la poli no cuenta nada.
No debería de hablar sobre los cuerpos delante de ella. Donovan pasó mucho con Baker por introducirme en la morgue y podría tener más problemas si Mina escribe un artículo con datos que nadie más sabe.- Prefiero no hablar, son imágenes que no me hacen gracia recordar.
-Estoy comenzando a dudar sobre si de verdad tienes madera de periodista. Si tú fueses yo ya habrías escrito el artículo.
-Y si tu fueses yo te habrías tirado desde la terraza nada más volver de la morgue. Vi cosas, no solo físicas, vi como usaban unas malditas estacas… ¡Mierda, mierda, mierda! No debo contarte nada, así que no me preguntes, prefiero que sigas pensando lo mismo que pensabas antes de preguntarte.
Mina me preguntó qué quise decir pero me fui del salón hacia mi dormitorio dispuesta a cambiarme e ir a por mi coche. Cuando por fin estaba enfundada en unos vaqueros y un top negro de mi talla me sentí mejor solo a falta de mi toque personal. Abrí mi grande y pesada maleta donde guardaba las armas estudiando qué podía coger. Pasé mis dedos rozando entre las pistolas como si pudiesen hablarme y decidir por mí cual debía de llevar. Las ganadoras fueron una Smith & Wesson 9mm tipo MP (Policía y Militar para los que no entendáis) con cargador de 18 balas por su ligereza y una Glock 19 de 9mm con capacidad para 15 tan pequeña que no sería difícil de esconder. Pueden parecer armas simples que tienen poco alcance pero éstas habían sido modificadas de modo que aunque me las requisaran nadie podría decir que no eran legales. Comprobé sus cargadores y añadí un par más para cada una. Nada como una buena remesa de balas de plata para ir a gusto. Enfundé mi S&W en una pistolera de hombro y coloqué la Glock en mi bolso. Los cargadores fueron a parar a los bolsillos traseros de mi pantalón y de la chaqueta que iba a ponerme. Escondí unas shuriken en la suela de mis botas y tanteé una pequeña cajita que parecía hilo dental. Sonreí antes de meterla en el bolso. Con mis manos puestas a ambos lados de la cadera examiné otra vez la maleta. Todavía me sentí desnuda. Tras barajar nuevas opciones puse unas muñequeras nuevas en mis brazos y tobillos e introduje unos cuchillos, los últimos que me quedaban después de perder el resto en Indiana e hice nota mental de llamar a mi yaya para que contactase con nuestro proveedor de armamentos personalizados. Tras guardar la maleta en la parte superior del armario junto con las otras me recogí el pelo en una coleta alta y volví al salón. Suerte la mía que todo estaba absolutamente normal. Por un momento pensé que Mina estaría enrollándose con él mientras yo no estaba y me tocaría recordarle cuantos años se llevan. No tengo prejuicios pero Kane estaba pasando un momento muy vulnerable.
-¿A dónde vamos ahora?- preguntó Kane.
-Yo a casa de Dinescu a por mi coche y mis cosas, después iré a la comisaría para esperar a Matt, tú deberías regresar a Elwood.
-No se si será sensato que salgas hoy Eve, hay una publicación en el “Exclusive News” donde apareces y alguien podría reconocerte. Dicen que eres la nueva novia de Constantin.- me extendió un ejemplar de la revista.
Cogí la revista y me quedé anonadada. En portada se podía ver la silueta borrosa de una mujer de pelo negro ondulado cargada de bolsas de boutique junto a una muchacha que reconocí como Cristine. Esa silueta era inconfundible para mi, era yo, pero mi rostro estaba girado casi totalmente hacia un lado y no se veía bien. Las bolsas que mejor se veían eran de la boutique donde compramos la lencería. En letras llamativas se podía leer “¿La nueva novia del maestro de la ciudad? La noticia en el interior” Abrí la revista y de nuevo estaba allí esa foto junto a dos más de igual calidad fotográfica. Estarían tomadas desde mucha distancia. “No podemos confirmar nada todavía, pero esta mujer ha sido vista varias veces a lo largo de esta semana junto a Constantin Dinescu. Bares, restaurantes y tiendas de su propiedad han sido testigos de cómo ellos dos tenían diversos encuentros. Incluso fueron juntos a comisaría tras los incidentes ocurridos en “Bites and Dreams”. Todo indica que puede haber comenzado una relación recientemente con el ilustre maestro, sobre todo después de ser agasajada con tantísimos regalos como se puede comprobar en la foto. Según la propia dependienta de la Boutique, todas las compras fueron sufragadas por el señor Dinescu. Incluso cita a la mujer como una persona sencilla nada atraída por las lujosas prendas que ha recibido. Seguiremos informando en cuanto tengamos más datos de la feliz pareja”. Devolví la revista a Mina- voy a matar a Roberts.
-Ya sabes como es él, de todo sobre lo que pueda sacar beneficio él lo aprovecha.
-No puede ser. Evelynn es la novia de mi hermano.
-¿Tú estás con Donovan?
-Dejadme los dos en paz, es largo de explicar. ¡Y maldita sea si no voy a por mis cosas!

martes, 3 de mayo de 2011

Saga "La Mediadora, El Comienzo" Capitulo 32: Sin descanso

Pese al incidente de la noche anterior y que todo estaba más o menos aclarado Clhaus seguía algo receloso conmigo, pero hizo un esfuerzo por disimularlo gracias a la intervención de Miranda. Creo que aunque los hombres que había conocido en Elwood intentaban ser dominantes sus mujeres hacían cualquier cosa por desmontar esa teoría. Nathan al final no nos había acompañado para ver a Matthew tras una mirada entrecerrada de Enrietta que se podía interpretar como “quédate aquí y así no se os subirá de nuevo la testosterona a los dos”.
-Buenos días, ¿cómo esta Matthew hoy?- dije algo nerviosa. No sé por qué, pero de repente estaba molesta por no haberme arreglado un poco más, no sé, quizás le podía haber dicho a Enrietta que me dejara usar algo de maquillaje y corrector para disimular las consabidas ojeras que debía estar luciendo en esos momentos…debería de haber mirado si tenía alguna ropa que fuese más de mi talla… en mi cabeza hice una O enorme cuando al final llegué a la conclusión de mi rabia, quería estar bonita para Matt. ¿Tendría esto que ver con la marca? Sé que me gustaba bastante antes de eso, pero hasta el punto de sentirme como una quinceañera a punto de ver a su grupo pop favorito…
-¿Te encuentras bien? Estás muy pálida, quizás debería comprobarte la doctora Maxwell…
No, seguro que más bien era por la sorpresa de sentirme de repente como “Betty la fea” y esperaba que alguien me tirase una tarta a la cara para no tener que verme así de horrible- No te preocupes Mandy, debe ser por lo poco que dormí.
-Mi Matt todavía duerme pero si quieres pasa a su dormitorio y lo ves. A lo mejor cuando compruebes como sigue te tranquilices, debe ser eso lo que te pasa. No está tan mal después de unas horas.
-¿No está tan mal? ¿Quiere decir que todavía no está sanando?
Por un momento el rostro de Miranda pareció cansado y maduro, más acorde con la edad que debía tener- Lo está haciendo más lento de lo que nosotros normalmente necesitamos para sanar. Esa pirita trabaja duro sobre su cuerpo. Le tuve que apretar un poco más el vendaje para que la sangre no brotase de nuevo. Si hubiese sido una herida normal, lo primero que nuestro cuerpo hace es coagular desde el exterior para evitar el derrame mientras la sangre baja su ritmo de fluidez para no encharcar nuestro organismo. Pero el mineral consigue abrir nuevas heridas cada poco tiempo. Ahora creo que casi todo se ha concentrado en su pierna y la tiene muy amoratada. No me gusta y no estaré tranquila hasta que Maxwell venga dentro de una hora para comprobarlo.
-Pues entonces iré ahora mismo a verlo, no quiero entorpecer el trabajo de la doctora cuando venga si entro más tarde.
Conseguí que sonriera y me acompañó hasta el dormitorio. La habitación de Matt era muy sencilla, con escasos muebles, apenas un armario, un pequeño escritorio y una mesita junto a la cama donde descansaba. No había cuadros ni pósters de algún grupo o famoso favorito, ni tampoco algo que indicase sus aficiones. Él me había dicho que vivía en Chicago por lo que debía de tener casi todas sus pertenencias allí y aquí había dejado pocas cosas. Me fijé en la estantería de dos baldas colgada en la pared de la derecha, era el único sitio donde había objetos personales a la vista. Sobre ella reposaban unos cuantos trofeos y medallas conseguidas durante sus tiempos de estudiante, sus gafas de sol, un teléfono móvil y una fotografía donde posaba vestido con uniforme de gala junto a sus padres. Tenía que ser de cuando se graduó como oficial porque por su aspecto podía imaginarme que ahí tendría unos diez u ocho años menos. Su sonrisa era magnífica y su cara decidida, la de alguien duro que tiene claro que quiere conseguir sus metas y que por supuesto logra. Curiosamente eso mismo me pareció ver en él cuando entró en el piso donde estuvo secuestrada Gina Banks. No quise demorarme mucho fisgoneando todo con la mirada y me acerqué hasta su cama. Mindy me acercó una silla para que pudiese sentarme y se alejó hacia la puerta.
-Voy a ir con mi hermana... Nadie os molestará.
Me sorprendió. Tan callada había estado cuando entramos que ni siquiera me acordaba de que ella estaba allí. Miré hacia ella algo avergonzada-¿De verdad que no te importa que yo me quede mientras aquí?
Mindy alzó sus cejas extrañada. Con esa expresión volvió a parecerme algo más joven de nuevo igual que en la noche anterior-¿Y por qué iba a molestarme?
-Bueno… Matt no estaría así si no fuese por mí, por mi culpa. Él fue a buscarme a la mansión…
Se quedó un momento quieta, como pensando lo que yo le había dicho. Tras unos momentos ella hizo una “o” comprendiendo lo que le quise decir y se acercó para apoyarse en mi hombro dándome consuelo- Matt siempre ha estado dispuesto a enfrentarse a cualquier peligro por todos, es lo que mejor sabe hacer y le gusta. Por eso se hizo policía aunque su padre quería que se quedara aquí para liderar a nuestro grupo cuando él no estuviese. Créeme si te digo que no es la primera vez que él ha llegado a casa herido por hacer su trabajo así que no te culpes, yo tampoco lo hago. Menos aún cuando él te ha marcado como uno de nosotros. Ahora eres de la familia.
-¿Y no sería también ser un protector si se quedase aquí como líder? Se supone que un líder tiene que proteger a los suyos ante cualquier problema, no es que yo haya visto nada así por aquí, pero supongo que también habrá problemas como en todos los sitios.
-Más de los que te imaginas. Y por favor, no comentes nunca algo así frente a Clhaus. Te ganarías su total amistad porque eso mismo le dijo a nuestro hijo, pero Matt no quiere asumir el cargo bajo ningún concepto.
No dije nada porque sabía perfectamente el motivo por el que Donovan no aceptaría el cargo de líder. Mindy se fue silenciosamente cerrando la puerta y yo me giré hacia la cama. Matt estaba dormido. Su respiración era lenta y su cara estaba sosegada. Lo único que desentonaba en su plácido sueño eran las minúsculas gotas de sudor que surcaban su frente y la palidez algo azulada de su rostro. Su sangre circulaba lentamente para evitar en la medida de lo posible sufrir nuevos cortes internos y le confería ese color amoratado propio de la mala circulación. La pierna herida asomaba ligeramente por entre las sábanas y estaba envuelta únicamente en la parte superior con una venda.
Cogí la gasa doblada de la mesita y me dispuse a secarle el sudor de la frente muy despacio para no despertarle. Sus cabellos estaban pegados en su cuello por la humedad y traté de quitarlos con cuidado. Para ello tuve que acercarme más a su cara. Casi había terminado de hacerlo cuando las yemas de mis dedos rozaron levemente su piel y percibí su aroma. Olía bien pese a estar empapado, me recordaba a algo salvaje pero excitante a la vez sin poder llegar a definirlo por completo. Relamí mi labio inferior y tracé una línea ligera sobre su mandíbula con mi dedo intentando perfilar su rostro y acabé bordeando sus labios. Así tumbado y quieto sus facciones no eran tan severas, perdía mucho de “tipo duro” y ganaba como chico guapo. No del tipo enormemente-guapo-que-duele-mirar-y-parece-irreal, pero guapo en sí. Debí hacerle cosquillas con mi tacto porque se movió ligeramente y me aparté igual que si fuese una llama que pudiera quemar. Al moverse las sábanas descubrieron un poco más de su anatomía, revelando parte de su fornido torso. Se notaba que hacía deporte y se cuidaba físicamente. Iba vestido solamente con un bóxer azul marino. Mi tatuaje sobre el pecho me cosquilleó y tuve la necesidad de rascarlo con rapidez. El picorcillo me recordó al que puede hacer una mariquita caminando por la palma de la mano aunque algo más intensificado.
-He oído decir que abusar de alguien convaleciente es un delito hoy en día…
En un milisegundo lo había vuelto a tapar avergonzada y me giré hacia atrás para ver quién me hablaba. La voz me resultaba vagamente familiar…
-¡William!, ¿qué coño haces aquí?- bufé, luego tapé mi boca temiendo despertar a Matt.
El espectro blanquecino del caballero estaba tras de mí pegado a la pared. Estaba apoyado descuidadamente sobre la pared con los brazos cruzados y riéndose pero cuando yo me giré él se cuadró sobre sus hombros y me hizo una anticuada reverencia- Mi señora, vine a acompañaros.
-Déjate de cursilerías medievales y explícame por qué no estás ya al otro lado, en el cielo, el infierno o donde cojones tengas que estar. ¡Me diste un susto de muerte!
-¿Se ha perdido la caballerosidad en estos tiempo? ¿Está mal ofrecer compañía a una dama?
-¿Ahora soy una dama? Te recuerdo que hace un momento me estabas acusando de querer violar a Matt. Eso no es algo que haga una dama.
-Solo era una frase que escuché decir una vez a un par de adolescentes que entraron en el cementerio. La jovencita estaba apoyada sobre una muleta con la pierna vendada y después de que él la besara ella le dijo eso y él se rió, pensé que estaba haciendo una broma contemporánea.
Su rostro estaba acongojado, temeroso de haber hecho algo ofensivo y me apiadé de él.- Sí sería una broma en otras circunstancias William, pero yo solo estaba revisando sus heridas ¿lo entiendes? Es bueno ver que intentas adaptar tu vocabulario- él sonrió.
-¿Entonces qué hizo que te molestaras?
-Yo me molesté porque me asustaste. No esperaba que estuvieses aquí, te hacía junto con tus compañeros o con alguno de los espectros de la mansión.
-Mis amigos, mis compañeros de batalla se fueron “al otro lado”- gesticuló con un par de dedos en cada mano para acentuar las comillas- y no me queda nadie que conozca salvo tú.
-¿Qué me dices de todos los que entraron en la mansión? Ellos son como tú.
-¡Bah! Son aburridos. Intenté congraciarme pero no hacían nada más que quejarse de lo que habían dejado sin acabar en vida. Sin embargo, tu vida es emocionante, me hace recordar mis tiempos de combatiente.
-Mi vida es una mierda desde que llegué a Chicago, lo único que he conseguido han sido personas que han intentado morder mi culo.
-Ya vi eso. ¿Tienes por costumbre hacer malos amigos? Yo podría ayudarte, ya viste lo que hicimos en Indiana, fue lo más emocionante que he visto en más de seiscientos años. Y además, no todos son malos, lo tienes a él. Parece que se preocupa por ti.
Miré hacia Matt. Seguía inmóvil. Por mi mente pasó la pregunta que me hice más de una vez la noche anterior: ¿Qué hice yo para que alguien tan noble y guapo quisiese tener algo que ver conmigo? No soy una belleza, pero tampoco estoy para el arrastre, eso lo sé. Normalmente los tíos que están buenos suelen estar ocupados o no valen ni cinco centavos, y Matt estaba libre y valía una fortuna para mí.
“Eres mia”…
Resonó en mi cabeza con la voz de Constantin. ¿Estaría bien o sucumbió en el derrumbe y mi mente me jugaba una mala pasada? Deseaba que estuviese bien y me reafirmé en el pensamiento de que si podía escucharlo en mi mente él estaba “vivo” a su manera. “Mia…de nadie más…” me repitió. Entonces recordé verlo, recordé sus besos y cómo conseguía ponerme húmeda nada más rozar mis labios… y de nuevo pensé en Matt, en el momento en el que estábamos con la adrenalina por las nubes al enfrentarnos a aquel grupo, luchando en sincronía y en el intenso beso en medio de todo aquello. Entré en un conflicto de sentimientos sin poder decidir quién de los dos me gustaba más.
-¿Mi señora, estás ahí?
La voz de William consiguió sacarme de mi deriva y regresar a la realidad. Me enfurece encontrarme en un momento tan vulnerable y que alguien esté viéndome y quizás analizando mis gestos para saber qué pienso- Sí, ¿es que no se nota donde estoy? No sé por qué cojones preguntas. Solo pensaba.
William me miró serio desde los pies de la cama.- Creo que ya he encontrado un motivo por el que no puedes quejarte si me quedo contigo, necesitas a alguien que te corrija esa forma groserade hablar.
Enarqué una ceja desafiante- Eso mismo me dijo un maestro vampiro y le desafié a intentarlo. Inténtalo y encontraré la forma de materializar tu espectral culo para poder patearlo. Es preferible escucharme decir groserías que verme desahogando mi furia físicamente, me lo dijo un sicólogo.
-Los sicólogos no recetan eso- pujó William.
-No, pero el sicólogo que visité de adolescente cuando mi abuela intentó modelar mi lenguaje con un logopeda que terminó con un moretón en su boca por agobiante prefirió opinar eso antes que recibir él la misma medicina. Dicen que así pago la frustración que tengo por lo que le pasó a mi madre cuando me parió.
-¿Qué le pasó a tu madre?
-Mejor no lo sepas, solo piensa que cuando encuentre al hijo de puta que marcó cómo iba a ser mi existencia pienso disfrutar torturándolo.- y sonreí tan maliciosamente que las cejas de William se alzaron con sorpresa.
Matt se movió un poco entre las sábanas con un leve quejido casi imperceptible. La pierna debía de dolerle a reventar y su frente volvía a estar empapada por lo que cogí nuevamente el paño para secársela. William quiso saber qué le pasaba y le expliqué.
-¿Crees que si probamos a hacer como en la mansión podamos ayudarle?
-¿El qué?
-Digo que me metas en su cuerpo. Quizás pueda arrastrar lo que queda de pirita hacia la herida para que salga fuera de su cuerpo, pero sólo puedo entrar en él si tu haces eso que hiciste anoche.
Negué -No sé qué demonios hice, todavía no controlo mi magia. Además, si supiera hacerlo de nuevo correría el riesgo de abarrotar la casa con una multitud de espectros. Créeme si te digo que me gustaría ayudarlo pero veo más riesgos que posibilidad de beneficios para él.
-¡Oh por el amor de Dios! Yo vi lo que hiciste. Una persona con tu valía, con tu coraje, ¿dudando? Deberías confiar más en ti y en tus capacidades. No he conocido a nadie con un poder igualable al tuyo, y eso que en el cementerio tuvimos muchos visitantes con poderes extraordinarios.
William podía ser una cosa molesta desde que había declarado su intención de estar conmigo siempre pero hubiese sido un buen cheerleader para los Osos (futbol americano). Respiré hondo y solté el aire despacio- Está bien, intentémoslo. Dios quiera que salga bien.
Levanté las sabanas por el borde lo suficiente para poder ver todo el vendaje. La pierna estaba tan morada que parecía del color de una berenjena. Coloqué con cuidado el talón sobre la silla en donde yo había estado sentada para tener espacio para quitar el vendaje y poco a poco lo desenvolví. La herida tenía un borde grueso y abultado. De ser un pequeño agujero de bala había pasado al tamaño de media pelota de pin pon. Un trozo de pirita asomaba por el centro pero sin las adecuadas pinzas quirúrgicas no podía terminar de sacarlo. Busqué en mis recuerdos las palabras exactas que dije pero no conseguí recordarlas todas ordenadamente. Desesperada tras unos minutos y con la impaciencia de William a mi lado probé de otra forma tal y como Enrietta me dijo que podía llamar a la wicca en mi interior. Miré a William y cerré mis ojos visualizándolo con todo lujo de detalles. Vi su uniforme militar con precisión, sus manos enguantadas con el tejido de red, sus botas de metal, su casco imperial sobre su cabeza, su mirada devota hacia mí… entonces noté la vibración de mi cuerpo y nuevamente el cosquilleo sobre mi tatuaje. Comprendí que él había escogido libremente unirse a mí a través de mi marca sobre el pecho. Él había estado confinado dentro de ella desde que salimos de la mansión. Seguí pensando en él e introduje también la imagen mental de mi tatuaje como si fuese un altavoz que le decía que me pertenecía y que debía unirse a mí. No sé como explicarlo, pero William fue nuevamente absorbido en mi cuerpo. No sentí nada invasivo, sólo sabía que él estaba allí en algún lugar de mi mente. Podía sentirlo diciendo “Mi señora, soy todo vuestro. Estoy a vuestra merced para lo que necesitéis”.
“Libéralo de su dolor”, mentalicé yo.
Como una luz radiante cruzó por mi brazo hasta alcanzar a Matt en el momento en que yo posé mi palma sobre la herida. Donovan se retorció varias veces ante el escrutinio interior de su cuerpo. Abrí los ojos y lo vi apretando los puños sobre las sábanas pero extrañamente incapaz de despertarse. Tras un último gruñido muy felino su cuerpo se relajó y yo sostenía en mi mano un puñado de astillas minerales. La pirita había dejado por fin su cuerpo y William salió despedido de su cuerpo con un aspecto bastante más tétrico y transparente. Parecía cansado.
-¿Qué estas haciéndole a Matt? Gritó Maxwell que acababa de entrar en la habitación junto a Miranda y Enrietta. Su nebulosa roja comenzaba a manar de ella débilmente por la ira- ¡Podrías haberle puesto en peligro al quitarle la venda!
-Da igual lo que hizo, mi hijo está mejor. ¡Míralo!- Miranda se acercó hasta Matt con un par de lágrimas escurriendo por su barbilla- Hola tesoro, ¿cómo te encuentras?
Matt había abierto los ojos y nos miró confundido. Luego miró su pierna y recordó.- Me siento como si una apisonadora me hubiese machacado la pierna, duele un infierno.- Su voz estaba ronca tras haber gruñido pero luego miró de la doctora a mí y se aclaró la garganta- Gracias.
No sé a quien lo dijo pero Maxwell estaba airada- No deberías de haberte despertado todavía, tuve que anestesiarte para mitigar el dolor y te inyecté suficiente anestesia como para que no lo hubieses hecho hasta esta tarde.
-Mary Anne, ¿en qué estabas pensando? Sabes que la anestesia bloquea casi completamente nuestra capacidad para sanar. ¡Si no llega a ser por Eve Matt podría haber perdido la pierna!
-Enrietta, yo… yo…- estaba confusa y no encontraba las palabras apropiadas. Incluso la rabia rojiza a su alrededor se ahogó con la perplejidad de saber que podía haber fallado en su diagnóstico.
-Ella hizo lo que le pareció mejor hasta conseguir la forma de curarlo. Quizás la pierna estaba coagulada, quizás pudiese estar perdida para la tarde, pero ella vino ahora, por la mañana, a terminar de curarlo cuando todavía hay tiempo. Yo sólo intenté hacer algo que acelerase el proceso después de una idea que tuve en mi cabeza.- miré disimuladamente hacia donde estaba todavía William y se estaba riendo por eso- No la culpéis por hacer su trabajo.-Yo misma no me creía que hubiese defendido a Maxwell, pero es que ella tampoco daba crédito a mi argumento porque la boca le colgaba bien abierta cuando terminé. Lo definiré como que tuve locura transitoria si alguien me pregunta qué me pasó.
-Bien, puede que sea como dices Evelynn, aun así creo que lo que hiciste es espléndido. Estás comenzando a manejarte por ti misma, te dije que pasaría.- Enrietta me miraba como un niño con un juguete nuevo que ha descubierto que funciona a pilas por sí solo.
-Si. Dejemos que la naturaleza siga su curso. No tengo ninguna prisa por probar nada nuevo. Cada vez que he tenido que probar algo nuevo la mierda golpeó el ventilador… ya te expliqué.
Todos salieron cuando la doctora dijo que iba a curarle la herida. Yo iba a salir también pero Matt quiso que me quedara. Esto no podía ser bueno, el aire iba a ser espeso mientras estuviésemos tres en el mismo sitio. Él insistió y me quedé quieta sentada en el borde de la cama justo a sus pies. Maxwell vertió desinfectante por la herida antes de comenzar a coser. Con todo el dolor que demostró antes me extrañó que ahora Donovan se mantuviese quieto y calmado. Realmente la pirita era dañina para ellos. ¿Cómo demonios lo habían sabido en la mansión? El teléfono sonó y se lo dí a Matt para que no se moviese intentando alcanzarlo. Era el capitán Baker. Me sorprendí de mí misma captando la conversación que mantenían. En la pasada noche mientras todos andábamos por Indianápolis, Chicago había sido un hervidero de robos, vandalismo e incluso asesinatos. Dinescu estaba desaparecido y los vampiros locales estaban siendo amenazados tanto por los ciudadanos como por vampiros de los estados cercanos. Ahora ellos estaban descansando en sus escondites pero seguidores humanos buscaban un chivo expiatorio a quien culpar para ellos. El reverendo Kern estaba aprovechando todo el jaleo para promocionar su oposición a que las nuevas leyes a punto de aprobarse y que favorecían a los vampiros quedasen nulas. El senador Starch era el promotor de esas mismas leyes y quería acercarse a la ciudad para “dar apoyo a los ciudadanos vampiros de nuestra hermosa ciudad”, según sus propias palabras. Baker estaba que trinaba con todo y quería a todos sus agentes listos para posibles altercados a lo largo de todo el maldito día. Le recriminó a Donovan que hubiese pedido dos días libres después de que un departamento policial de Indianápolis le informase de lo que nos había pasado. No culpo a los chicos por tener que dar explicaciones sobre lo que hicieron con el armamento que portaban cuando vinieron a rescatarme, pero Donovan podía tener serios problemas por esto. Sin más remedio tuvo que asentir sobre ir a Chicago a primera hora de la tarde y colgó. Maxwell también fue llamada para ayudar con las autopsias de todos los caídos y tras un último vistazo a la pierna y satisfecha de que ya comenzase a sanar se fue. ¿Es que los problemas no podían dar un descanso a mi alrededor? Yo quería ir a casa y ver a Mina. Necesitaba saber si estaba bien, también conocer si Elliot había tenido noticias de Constantin, pero Matt no me iba a dejar ir después de lo ocurrido. Me quedé con él echada en lo alto de su cama, decía que como estábamos unidos nuestro contacto haría que sanase más rápido. Tras un par de roces de nuestros labios se quedó dormido. Avisé a Miranda para que lo despertase a la hora de comer y me acerqué hasta Kane a pedirle un favor..
-¿Qué necesitas?- me dijo con una gran sonrisa seductora. Seguro que las chicas se derretían por eso. No creo que su intención fuese seducirme con ella, creo que más bien formaba parte de su personalidad y lo hacía sin pensar. ¿Qué se le puede decir a un chico así? Nada, solo disfrutar de su lindo rostro y continuar con lo que iba a hacer.
-Una cosa simple. Llévame a Chicago.