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MIS OBRAS

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sábado, 25 de septiembre de 2010

Saga "La Mediadora", El Comienzo Capitulo 18: Sentir la Ausencia

Controlar ese minúsculo bikini fue todo un reto pero al final gané yo y quedó bien puesto, en su sitio, sin asomar nada que yo no quisiera que se viese. Estuve haciéndome unos cuantos largos para estirar los músculos de los brazos y las piernas. Los nudos que hice a los cordones que unían aquel trocito de tela resistieron. ¡¡¡Bien por mí que sabía hacer nudos marineros!!!
Más o menos debía de haber pasado cerca de media hora desde que me zambullí y aunque seguía cansada ya no estaba tan distante con el hecho de estar sola en medio de una gigantesca piscina. Era extraño que en la casa de un vampiro no hubiese nadie por allí a esas horas, cuando se supone que es momento de bullicio y servilismo por parte de sus trabajadores, y de maniobrar para cualquier necesidad de la casa. Quizás Constantin había dado órdenes de que no se me molestase...
Llegué al final de la piscina donde la profundidad era mínima, sólo unas escaleras romanas sumergidas para poder salir por ellas en un lado y un par de apoyos acolchados hechos a posta para poder tumbarte cómodamente sobre la pared y disfrutar de las burbujas. Una delicia a la que no estaba acostumbrada pero que no me importaría incluir en la rutina diaria.
Después de un día con acontecimientos tan intensos y duros esto era una recompensa bien merecida. Tardé bastante en relajarme pensando en toda la movida que había vivído desde que llegó la oscuridad al cielo. Muchas cosas estaban cambiando en mi entorno y a un ritmo trepidante, mi abuela no se había equivocado cuando me dijo que salir de mi mundo perfecto en Nueva Orleans era un error. Ella es de las que piensa que si te va bien, ¿por qué cambiar sin saber lo que encontrarás? Pero claro, yo siempre he sido una chica testaruda a la que le gusta probar nuevos retos y tenía que tratar de subir en el escalafón profesional, demostrame a mí misma que sé hacer mejor mi trabajo. Una periodista tiene que estar atenta a cualquier noticia espectacular que se precie y no negarse nunca a investigarla, es lo que te ayuda a ser mejor profesional. Pero claro, yo no contaba con que tendría que involucrarme con lo que nunca he querido tratar, el mundo sobrenatural. Y por eso estoy ahora aquí en Chicago, tratando de ser la profesional que creo ser aunque no me guste lo que estoy haciendo. Ahora me arrepiento de haber estado negándome a mí misma los conocimientos de mi yaya, de haber estado tratando de convencerme de que sólo eran fanatismos de viejita, un hobby diferente que no era real para mí. Me habría sido de gran ayuda tener todos sus conocimientos wicca cuando se ha despertado mi poder. Total, ya para qué lamentos..., lo único que me queda es echar hacia delante y tratar de aprenderlos en cuanto termine con este lío en el que me ha metido el chupasangre de Dinescu. Eso si no acabo loca primero.
Con esta resolución trabajando por mi cabeza decidí apartar todo el estupor acumulado y tratar de no pensar en nada por unos preciosos minutos. Cerré los ojos y me concentré en saborear el agradable cosquilleo de millones de pequeñas burbujas por mi piel, en disfrutar de la distensión total de mis músculos y en coger de vez en cuando un bomboncito holandés de la bandeja al lado mío para simular mis preciosos orgasmos de azúcar. Sólo debía estirar la mano un poco hacia arriba y allí estaban esperándome esos pedacitos de cielo.
Debían de haber pasado por lo menos treinta minutos o más disfrutando de tener la mente en blanco con la única ocupación de meter de vez en cuando un poco de chocolate en mi paladar y pensando en que mi piel debía de parecer una pasa por tanto rato sumergida. Sentí unas manos frotando mis hombros para masajearlos. Un pequeño gemido gustoso salió como única respuesta a esas manos. Eran manos suaves, cuidadas y sabían muy bien lo que hacían para relajarme aún más sin buscar nada sexual en sus movimientos, dándome bienestar en los hombros y la zona superior de la espalda después de que me echara un poco hacia delante.
Seguramente Constantin quería premiarme por todo loque me había hecho sufrir en lo que iba de noche. No me negué a que me tocase por primera vez en todo el tiempo que llevaba conociéndolo, casi me parecía que era un humano y no vampiro por la gran calidez de sus manos. Ese pensamiento me hizo dar un pequeño respingo disimulado: él no podría tener esas manos tan calientes... ¿o quizás sí despues de haberse alimentado? ¿Y si no era él y estaba dejando que alguien que no conocía me masajease? Debía de salir de dudas.

-¿Has terminado ya con lo que te tenía ocupado?- Dije con cuidado de no parecer tensa de nuevo. Sin hacer un movimiento brusco busqué bajo el agua por mis muñecas, tratando de llegar a mis cuchillos, lo único de lo que no me permití despojarme al cambiarme para la piscina.

Las manos no abandonaron mis hombros haciendo su tarea, pero la voz tras de mí resultó ser femenina y la reconocí en seguida- Hoy tenía que haber estado entretenido conmigo. Te dije que no te cruzaras en mi camino- Y sin tardar más empujó mi cuerpo hacia el fondo tratando de ahogarme.

Mi primer instinto era sacar los cuchillos y defenderme de Margot a cualquier precio mientras pataleaba por salir. Tras veinte segundos manoteando contra la perra decidí dejarme hundir para tener un par de preciosos segundos en lo que mentalizarme con lo que debía hacer. ¡Dios... ojalá ella hubiese sido un ser sobrenatural para que mis tatuajes me hubiesen avisado!
Mi culo estaba bien asentado ya en el fondo de la piscina y ella estaba con las manos apoyadas en la parte superior de mis brazos para inmovilizarlos sin cesar de hundirme. La revelación por fin me llegó. Crucé lo que pude de mis brazos por delante de mí y la agarré fuertemente, tirando de su cuerpo para arrojarlo a la piscina con la ayuda de mis talones bien tensos contra el fondo y aprovechando su inercia para desestabilizarla. ¡Punto para mí!
Ella iba vestida con un vestido largo elegante, una mala elección si vas a atacar a alguien. Entre mis acometidas y el largo de la falda enredándose entre sus piernas tenía todas las de ganar. La hija de puta tenía más fuerza de la que yo estimaba y estaba mostrando batalla como una oponente a la altura. Me dio un derechazo que casi desencaja mi mandíbula y ahogué un grito de dolor para no mostrar debilidad. Enredé mi pierna izquierda entre las suyas para derribarla de nuevo y la hundí yo a ella entre pataleos. Nunca había probado a luchar dentro del agua y es una mierda gigantesca, constantemente te falta el aire para respirar y los movimientos son más pesados y lentos. Si salgo de esta, tengo que llamar al que fue mi entrenador personal en Nueva Orleans y decirle que debemos practicar puyas sumergidos en un medio acuático, por si vuelve a pasar.
Margot debía de haber tomado lecciones de defensa también porque en poco tiempo estaba otra vez tratando de atrapar mis manos. En el forcejeo desabrochó la correa de uno de mis cuchillos y cayó al fondo. Eché mi mano hacia arriba y atrás para taparle el rostro tratando de afixiarla un poco.
La suerte -en mi contra- hizo que en ese preciso momento tuviese una de esas visiones locas y no podía saber qué estaba haciendo ella mientras. Era una visión distinta, casi diría que era un flash por lo poco que duró. En la visión Margot estaba junto a un hombre pequeño, metro sesenta y cinco como mucho, de ojos pequeños, redondos y oscuros. Usaba un traje estilo antiguo de levita corta por delante y muy larga por detrás con mangas bombachas en el antebrazo, parecida a un chaqué pero en color verde botella. Los pantalones eran del tipo mallas ajustadas y botas aterciopeladas negras altas hasta llegar por debajo de la rodilla. El pelo del color del ébano era largo hasta debajo del hombro y su cara lucía una perilla y bigote como las que usan los tres mosqueteros en la película. Los dos estaban en medio de lo que me sonó como a una fiesta, rodeados de mucha gente pero apartados a la vez en un rincón de la habitación decorada en estilo medieval. Él le estaba susurrando algo a ella y reía con malicia. El flash terminó de sopetón cuando un segundo golpe encajó en mi mandíbula. Margot estaba subida en mi espalda y me había atizado a suerte desde atrás.
Alguien se zambulló en la piscina, la caballería llegaba al fin. Margot fue quitada de encima de mi espalda y por fin respiré con fuerza para tratar de recuperar el aliento. Adam tiraba de ella por debajo de los brazos para alejarla de mí mientras Margot chillaba maldiciones hacia el y yo. Se retorcía igual que un gato y al final se soltó y volvió a acercárseme.

Esta vez yo ya la esperaba, había aprovechado que la alejaban de mí para recoger el cuchillo- Ni un paso más, zorra, o te haré jirones.- dije con voz altiva, intimidante.

Debió de quedarse sorda por la lucha, porque hizo caso omiso a mi advertencia y atacó. Como conozco lo suficiente de leyes para saber qué me podría pasar si la mataba, decidí que mi objetivo era su hombro derecho para dejarla inutil y sin fuerza. Era el brazo con el que me había dado el golpe en la mandíbula y todavía me latía de dolor. Casi la estaba pinchando, pero un borrón evitó que diera donde quería y al final el cuchillo se le clavó en el costado. ¡Mierda! Podría morir en un rato.
El borrón era Constantin que nos había visto y sin pensarlo había tomado velocidad sobrenatural para lanzar a Margot lejos de mí. Aunque mi visión era mucho mejor que la de un humano común me pareció que corría por la superficie del agua. En un parpadeo, Constantín había llevado a Margot al otro lado de la gigantesca piscina, la tumbó en una hamaca y estaba llamando a un par de weres para que la llevaran a la enfermería.
Adam estaba tratando de ayudarme a salir de la piscina por las escaleras romanas sin mucho éxito, soy una perra cuando la adrenalina corre deprisa por mi cuerpo y más que dejarle ayudarme lo estaba aporreando para que me dejase espacio. Cuando por fin comprendió que necesitaba que nadie me sujetase se retiró varios metros más lejos. Cristine asomó por un lado de mí con las manos alzadas para mostrar que no me iba a sujetar, que simplemente me quería alcanzar el albornoz.

-Sólo voy a darte el albornoz para que tú misma te tapes y puedas sentarte cómoda en la hamaca para calmar los nervios, ¿vale?

Su voz tranquila y el pequeño toque que tuve de su mano al coger la bata me dió más calma de la que pensaba. No sé por qué, pero al tenerla a mi lado mis nervios estaban apaciguándose.- Por favor Cristine, quédate un poco junto a mí.

Cristine asintió y se sentó por detrás tratando de masajearme los hombros. Constantin nos alcanzó.- ¿Estás bien? ¿Qué pasó?

Le dí una mirada irónica, no me creí que no supiera de que iba todo esto-Pregúntale a ella. Desde que me vio el el recibidor parece que no le caigo bien y está tratando de mostrarme donde está su territorio- dije mientras alcanzaba una servilleta de tela para introducir algunos cubitos de hielo. Cerré el paquete con un nudo y lo puse sobre mi mandíbula dolorida. Menudo moretón me iba a salir... eso no se disimulaba ni con maquillaje del más caro.

-Hay quien se pone un filete en golpes como ese para aliviarlos, pero personalmente los filetes prefiero comérmelos- dijo Adam desde atrás tratando de ser divertido. Constantin le dió una mirada que lo decía todo, animándolo a que mejor se callase y se fuese de allí. Adam alzó las manos a modo de rendición- Esta bien, me iré. No sé que pasa últimamente en esta casa que todo el mundo ha perdido el humor.- y se marchó rápidamente antes de recibir otra reprimenda por parte de Cristine que ya estaba abriendo la boca para decirle que se fuera.

Mandó también a Cristine a comprobar comoestaba siendo atendida Margot. Yo no quería que se fuese pero no iba a decir nada. Al retirar su toque de mí la mayoría de la tranquilidad extra me abandonó, noté su ausencia aunque ya me encontraba mejor.

-No entiendo por qué te atacó, lo digo en serio.

-Ciento y pico de años y todavía no entiendes a las mujeres... Tienes fama extendida sobre lo contrario en boca de todo el mundo y al final resulta que no- le reproché- Margot cree que estoy interponiéndome entre los dos, cosa que no sé de donde sacó puesto que solo he cruzado dos palabras con ella. Realmente fueron palabras bruscas, pero en mi defensa diré que ella decidió insultarme primero y no se lo permití.

-Margot no es quien para decidir por mí quien quiero que esté a mi lado.

-Eso acláralo tú con ella y dejadme a mí aparte. Que yo haya escuchado, ha sido tu compañera de cama muy a menudo como para pensar que tiene alguna especie de relación contigo. Como te encaprichaste de que yo viniese aquí ella cree que es por otro motivo más allá de lo meramente profesional.

Avanzó hacia mí. Normalmente su rostro no mostraba las emociones que pudiese estar sintiendo, pero esta vez su cara era dulce, tentadora, y yo me estaba eclipsando con su bello rostro- ¿De verdad crees que sólo tuve el capricho de querer tenerte aquí para hacer un reportaje? Te lo he dicho unas cuantas veces, estoy atraido por tí y no sé por qué, puesto que nos conocemos muy poco. Sé que tú también notas algo cuando estás cerca de mí. ¿No es eso suficiente para querer tenerte a mi lado y que descubramos qué es y hasta donde podemos llegar?

Ya lo tenía agachado frente a mí a escasos centímetros de mi cara y con una rodilla puesta en el suelo cuando salí del trance hermoso de su rostro. Puse una mano en su pecho para pararlo, estaba segura de que si no lo hacía iba a besarme de nuevo como hizo en su despacho- Alto ahí Dinescu, ni un centímetro más cerca de mi boca. No quieras aprovechar esto para montar una escenita romántica que no me va en este momento. Además, no quiero tener otra de esas visiones de tí siendo mordido o lo que sea.

Al mover la mano hacia fuera de mi cuerpo la bata se abrió dándole una buena visión de mi cuerpo casi desnudo, oculto sólo por el minúsculo bikini. Tras observarme admirativamente me sonrió con candidez y otra vez yo estaba siendo atrapada por su hermosura- Quien sabe, a lo mejor tengo suerte y esta vez consigues una visión mía en la ducha o en la cama y...

Me levanté rápidamente de la hamaca tapándome completamente con la bata y cerrando el cinturón- No sigas por ahí. En este momento tanto tú como yo deberíamos estar ocupándonos de salvar la vida de Margot. No quiero que tenga que venir la poli a arrestarme y estoy a poco de que eso se haga real.

-¿De verdad quieres que la salve?

Lo miré horrorizada- ¿Serías capaz de dejarla morir por un berrinche suyo? Yo no buscaba matarla, quería dañarle en el brazo para que no me golpeara más la mandíbula. No soy una asesina.

-Estoy seguro de que no fue a posta. Me refería a que estoy oliendo la sangre desde aquí y Margot está en la enfermería que se encuentra casi al otro lado de la mansión, le queda muy poco tiempo de vida y un humano en su estado solo sana de una manera. Ha perdido mucha sangre, tendría que convertirla.

-Eso es lo que quería ella y tú estaba adiestrándola para cuando llegase el momento ¿no?

-Más o menos. Estaba todavía investigando a Margot. Lleva dos años aquí y todavía no me fio completamente de ella. No sé lo que es, pero tiene algo que no me encaja y he estado postponiendo su cambio hasta ver si lo averiguaba. Si muere no te encerrarán, todos vimos como te atacó y sabemos que fue en defensa propia.

-¿Tú viste cómo me atacó?

-No exactamente, estaba hablando por teléfono desde uno de los despachos y sentí gritar a alguien. Me acerqué a la ventana y vi sólo el final de la lucha, me decidí a ayudar.

Me señaló con el dedo hacia arriba. Miré hacia donde me indicaba y vi una única ventana abierta en el último piso. La boca se me abrió sin remedio. Constantin había saltado por la ventana para llegar rápidamente hacia la piscina, justo en el momento en el que ella venía a por mí y yo la iba a acuchillar.-¡Joder! Recuérdame que nunca apueste con tigo a ver quien es capaz de hacer puenting desde lo más alto. Ganarías.

Sonrió- Vale, pero el tiempo está agotándose. Te lo pregunto de nuevo. ¿De verdad quieres que la salve después de que ella ha intentado hacerte lo mismo a tí?

-No quiero vivir con ese cargo de conciencia rondándome toda la vida. Por favor, si no lo haces por ella, hazlo por mí para que no me persiga el remordimiento.

Me miró con cara de sorpresa, supongo que el pedírselo así lo había conmovido. Se acercó de nuevo hacia mí, me cogió la mano y besó la parte superior- Lo que quieras, frumoasa floarea. Esto requiere su tiempo y ya no te podré ver hasta el viernes para partir a Indiana. Enviaré a Cristine para que esté pendiente de tí para lo que necesites.

Me dió un nuevo beso en la mano y tras una anticuada reverencia se marchó al interior de la mansión. Yo me quedé absorta rememorando su toque. Su mano había estado cálida mientras mantenía sujeta la mía y todavía sentía el toque de sus labios sobre ella. Casi diría que en ese momento me sentí vacia sin él. Sentí su ausencia más de lo que me imaginaba.

Casi se puede hablar de...

Hola chicas¡¡¡
Como habréis notado llevo muchos días vagueando y no por gusto, pero toda espera tiene su recompensa. Para mí, mi recompensa será que por fin nazca mi peque. Para vosotras que seguís entrando fielmente al blog aunque no haya actualizado, la recompensa será que estoy escribiendo el siguiente capítulo y en cuanto lo termine lo postearé.
Como ya comenté en el chat tengo a mi mami ayudándome en casa con los preparativos y se empeñó en poner mi casa patas arriba asi que todo estuviese más inmaculado que nunca para cuando llegase mi pequeña.
Ahora mismo estoy sola en casa por primera vez en mucho tiempo y estoy aprovechando para escribir antes de tener que ir al hospital.
ACLARO: no es que esté de parto, os juro que aunque me gusta mucho escribir no antepondría mi afición por escribir a mi niña, jeje. El caso es que estuve ayer viernes en la primera cita de bienestar fetal, donde te comprueban como está todo ahí dentro y si estás teniendo contracciones. Por lo visto tengo muchas todo el día aunque no me entero de nada. Mi ginecólogo dice que en cuanto se estabilicen a un ritmo continuo estaré lista para ir al hospital.
Si para el día treinta no he dado a luz me dejarán encamada para provocarlo porque no van a dejar que pasen días aunque haya cumplido debido a que es muy grande, pesa ya unos cuatro kilos más o menos y temen que pueda coger mucho más volumen en los pocos días que me quedan y por fuerza tenga otra cesárea.
Bueno, acabo ya que no me quiero enrollar mucho y que se asuste alguna que todavía no sabe lo que es estar embarazada jeje así que esta entrada es sólo para avisar de que cuando cuelgue el capi será el último hasta que ya esté en casa y me haya adaptado a mi nueva situación. Soy fuerte y valiente, no creo que tarde mucho en organizarme.
Besitos a todas

viernes, 3 de septiembre de 2010

Saga "La Mediadora" El Comienzo Capitulo 17: Trabajo y Relax...

Como si se tratasen de mis dos guardaespaldas, allí estaban los dos pimpollos esperándome en la recepción de la morgue, dándose ráfagas de energía y poder el uno al otro a través de la nebulosas a su alrededor. Quizás era demasiado pedir que mientras yo me “recomponía” se estuviesen quietecitos. Cogí aire fuertemente y lo expulsé despacio mientras pensaba en qué hacer.

-Vamos niños, ya se ha terminado el recreo. Os diré lo que queréis saber en la oficina y me dejaréis descansar en lo que queda de noche de vuestro rollito de machotes.

Donovan no dijo nada, asintió solamente y me hizo un gesto con la mano para que lo siguiese. Constantin por su parte no se movió, hizo una mueca con la cara, apuntándose a sí mismo y dando a entender que le había resultado divertida.- ¿Niño? ¿Yo? Tengo ciento...

Le corté en seco con un rápido gesto amenazador de mi ojos- Pues compórtate como tal o por lo menos como si tuvieses ya la mayoría de edad, resultáis agotadores. Lo único que quiero es salir cuanto antes de aquí y alejarme de todo este rollo fantasmal de la morgue. Si aparece un solo espectro más intentado mostrarme como murió te juro que vomito en tu preciada ropa de diseño.

Se enderezó un poco más- como si no fuese bastante tieso y erguido ya al caminar- y se arregló las arrugas imaginarias de las mangas antes de seguirme.

-Definitivamente vamos a tener que trabajar un poco más en tus modales, esta noche eres un poco más hosca que ayer.

-Mientras no me comporte como una mujer de las cavernas...- le contesté yo y me adelanté un poco más hacia Donovan para dar por zanjado el tema.

En el ascensor me puse tras ellos, no por temor a nada, si no más bien por poder repasar mentalmente todo lo que había visto a través de los recuerdos del cadaver y no tener luego que quedarme un rato más tratando de rememorar algo olvidado. Donovan me sacó de mi mente.

-¿Estás segura de que ya te encuentras bien como para describir lo que has visto?

Realmente se le veía preocupado, así que traté de tranquilizarlo y me encogí de hombros- ¿Qué más da si lo hago ahora o mañana?, al final tendré que hacerlo y prefiero sacármelo cuanto antes.

Por fin llegamos a la planta séptima. Caminamos hacia su despacho y Donovan nos ofreció pasar delante de él para poder cerrar la puerta y que nadie en la planta escuchase. La oficina era simple, sin muchos adornos. Varios archivadores metálicos rellenaban por completo una de las paredes. En una mesa auxiliar había una fotocopiadora con fax incorporado y al lado tenía una pequeño refrigerador. En la estantería detrás del escritorio pude distinguir una fotografía en la que se mostraba a un Donovan más joven vestido con el uniforme de graduación. Estaba retratado junto a los que supuse serían sus padres, porque el rostro del hombre era muy parecido a él, incluso me atrevería a decir que era un poco más alto. La mujer tenía definitivamente su mismo color de pelo y el mismo brillo en los ojos.
Nos sentamos en las sillas frente al escritorio. Donovan abrió el frigorífico para ofrecernos algo de beber. Desde que los vampiros estan dentro de la sociedad es muy normal que los lugares oficiales tengan bebidas envasadas para ellos, así que no me sorprendió que sacase un brick de sangre envasada y lo ofreciese a Constantin. Él le dio amablemente las gracias, tiró de una pequeña anilla y lo agitó para activar el sistema que lo calienta. Luego le colocó una pajita que llevaba adherida en un lateral y sorbió lentamente, con cara de “esto no es como lo que estoy acostumbrado a tomar pero no te haré un desaire”. Yo me negué en un primer momento pero ante la insistencia de Donovan tomé la lata de cola que me ofrecía y tomé un sorbo. Mi garganta tragó agradecida, no me había dado cuenta de que la tenía reseca hasta ese momento. Como si me hubiesen encendido un interruptor no me detuve hasta dejar sólo un par de tragos en la lata, lo que me valió una sonrisa por parte de Donovan mientras me ofrecía otra. No la cogí por temor a bebérmela del mismo modo y que al final se me escapase un eructo sin querer. Constantin estaría feliz de poder restregarme en la cara que de verdad necesito los modales más que respirar.
Tras coger un refresco de cola para sí mísmo se sentó frente a su escritorio y encendió el ordenador. Con un ojo en nosotros y otro en la pantalla para estar seguro de que no espiábamos tecleó su clave para entrar y navegó por sus archivos hasta abrir uno en blanco donde escribir todo lo que yo le dijese. Donovan me miró con aire solemne, más como un oficial y menos como el sobrino de la amiga de mi abuela.

-Creo que entenderás si no hacemos un atestado oficial, la ley que permite que se pueda usar el trabajo de cualquier medium, telequinético o persona con poder sobrenatural todavía no está aprobada en el senado.

-Algo he oido sobre eso, creo que se vota la semana que viene, ¿no?

-Sí, así es. Pero aún así no será oficial lo que resulte de la votación hasta un mes después. De todos modos yo estoy interesado. Todo lo que me ayude a hacer mi trabajo es bienvenido.

-¿Y si alguna vez te topas con un farsante?

-Lamentará haber tratado de engañarme. Créeme, con mi tía como Wicca viviendo en la casa de al lado toda la vida aprendes a distinguirlos. Unas veces te das cuenta en seguida y otras tardas un poco más, pero todo sale a la luz al final. ¿Comenzamos?

Cerré mis ojos para concentrarme. Tras un par de minutos organizando imágenes empecé a hablar.- No creo que pueda decirte mucho sobre cuantos eran y cómo iban vestidos porque tú mismo lo habrás comprobado en los videos de vigilancia. Lo que sí puedo decirte es que la mayoría de los que atacaron debían ser antiguos militares ya licenciados o retirados, quizás incluso algunos de ellos estén activos. Lo más seguro es que sean sicarios además de pertenecer a alguna banda de anti-vampiros. Tenían muy claro la mejor manera de acabar rápidamente con su objetivo y pude distinguir algo de uno de ellos, creo que era el que dirigía la operación. Era un varón de unos treinta años, metro noventa y ocho aproximadamente, de piel morena dorada parecida a la que puede tener alguien que lleve un mes de veraneo en la playa y que tenga facilidad para coger tono. De cabello muy oscuro y cuerpo fornido, posiblemente haga pesas o culturismo, le gusta cuidar su imagen, y tiene el tatuaje de un pájaro con garras en el brazo, un poco más arriba de la muñeca.- Cuando acabe de relatar lo que sabía abrí mis ojos para volver a la realidad.

Donovan me miraba boquiabierto- Recuerdo del vídeo todo lo que pudimos captar tras visionarlo. Si no recuerdo mal, en la morgue tocaste a la persona que fue la última en ser asesinada. Comprobé su historial y era un muchacho muy normal al que no le gustaba la violencia, precisamente me comentaron que se hizo donante de vampiros para tratar de encontrar a uno que fuese su protector. Esa noche luchó como un verdadero experto y fue el último por eso. ¿Cómo es posible y cómo recuerdas tantos detalles?

-A mí no me mires que no tengo ni puñetera idea de cómo se puede estar en un tiempo pasado. Por lo segundo rte recuerdo que soy periodista, es mi trabajo fijarme en ese tipo de detalles- dije yo.

Constantin hizo una tos ficticia para captar nuestra atención. Estoy muy segura de que era para eso desde que sé que los vampiros no necesitan respirar, mucho menos toser para aclararse la garganta.- ¿No se os ha ocurrido pensar que quizás la señorita aquí presente estaba también durante el asesinato?

Donovan y yo nos miramos y luego volvimos hacia él- Imposible ¿Cómo voy a estar en dos sitios a la vez? Eso ocurrió en la madrugada del domingo al lunes y yo estaba con mi abuela en Nueva Orleans. Y para colmo yo no he presenciado esto hasta que lo toqué siendo fiambre.

Constantin se acercó hacia mi rostro con un brillo especial en los ojos, un remolino rojizo asomando levemente por ellos quizás como señal de que le resultaba llamativo algo de mí. Sus colmillos descendieron un par de milimetros escasos y sin girarse hacia la mesa lanzó el brik de sangre vacio a la papelera. Mate de tres puntos.- Frumos, ¿tengo que recordarte que estoy seguro que eres una mediadora? Nada es raro viniendo de ti.

Su mirada era tan libidinosa que no la sostuve mucho tiempo. Era como apreciativa hacia mis virtudes recién descubiertas, todo ese arsenal de poder que él había encontrado en mí. Decidí seguir con lo que estaba haciendo, enfocándome en Donovan para olvidarme de que él seguía en la misma posición sin apartar la vista de mí y haciendo caso omiso a que no estabamos solos él y yo.- Creo que no puedo decirte más. Si como aquí propone Constantin el muchacho peleó gracias a mí, por lo menos tienes una pista sobre uno de ellos que quizás en los vídeos no hayas visto.

-Para cuando mató al muchacho, la posición de las cámaras no era muy buena para captar pistas, me alegro de haber hablado contigo. Por lo menos hay una pista inportante que investigar, muchas gracias Evelynn.

Coloqué la lata vacia en la papelera de reciclaje que había junto al escritorio y Constantin y yo nos despedimos para marcharnos de allí.
La sensación de silencio invadió el ascensor por completo. Yo mantuve mi mirada un poco inclinada hacia el suelo para no dar lugar a una conversación en aquel recinto cerrado. Necesitaba el silencio completamente para no pensar en lo que había vivído. Todavía no sabía cómo había sido capaz de aguantarlo. Es cierto que mi abuela puso todo su empeño en hacer de mí una persona fuerte, valiente y de gran resistencia a las situaciones más inusuales, pero para esto creo que nunca se está preparada.

Cuando alcanzamos la calle Constantin no se pudo contener más para hablar conmigo- Estoy muy agradecido de que estés ayudando a aclarar qué pasó con mis empleados y clientes. No dudo del buen trabajo de Donovan, pero siendo un tema sobrenatural es mejor que sea investigado por gente como nosotros, no simples humanos.

-Donovan no es un simple humano,- reproché yo- aunque debo reconocerte que la mayoría de los que le acompañan sí lo son.

-¿De verdad necesitas descansar hoy?

-¿Tú que crees? Yo no estoy acostumbrada a este tipo de cosas, tú quizás sí, pero definitivamente yo no. Y lo que vi a través del fiambre se llevó todas las energías que tenía.

-¿Quizás un poco de diversión podría animarte?- la cara que le dediqué le hizo cambiar de opinión- ¿mejor un paseo relajante por la ciudad? Déjame sorprenderte.

En una milifracción de segundo Constantin estaba tratando de elevarme para llevarme hasta donde estaba aparcado el coche en brazos. Horrorizada comencé a forcejear para poder bajarme de sus brazos- Si esto te parece divertido te equivocas no estoy tan cansada como para necesitar que me lleves recargada en tus brazos. ¡Suéltame o empezaré a gritar tan fuerte que tendremos a la poli aquí en nada y ni siquiera Donovan te podría librar de una nochecita entre barrotes de plata!

-Ya hemos llegado, no hace falta que grites- me dijo divertido.

En lo que había yo estado protestando él me había llevado hasta el parking. Me apeé de su cuerpo tratando de ser lo más digna posible ante la mirada indiferente de Mei Ling. -¡Si vuelves a tratar de cargarme así sin mi consentimiento te juro que te estaco!

La asiática ya estaba agarrando su katana para cuando terminé la frase pero Constantin levantó un poco la mano y la detuvo. Ella se giró hacia él y se miraron mutuamente sin hablar en una conversación privada. Mei Ling volvió a embutir el trozo de hoja afilada que ya tenía a medio desenvainar y se sentó en los asientos traseros del coche después de decir algo en otro idioma que no pude entender.

-¡Jódete!- le dije sin mirarla por si acaso me había maldecido. Abroché mi cinturñon de seguridad y pasé todo el camino hacia la mansión mirando por el cristal en mi lado.

Mei ling se alejó nada más pisar el garaje hacia el interior de la mansión y Constantin me acompañaba muy observador.
Quizás fuese porque de verdad estaba cansada o porque mi mente estaba produciendo poca energía que cuando alcancé el precioso jardín de la mansión me detuve a descansar en uno de los bancos. La leve brisa refrescante y el atrayente olor de las flores exóticas ayudaba bastante a dejar a mi mente vagar. La piscina había sido encapotada con cristaleras para aclimatarla y resultaba gratamente apetecible cuando instantáneamente al mirarla comenzó a burbujear, asemejándose a un jacuzzi gigantesco.
Cristine muy sonriente apareció de la nada empujando un carrito con bebidas y algo de picoteo para comer. El ver una bandeja llena de exquisitos dulces me alegró, no soy nadie sin unas dosis de carbohidratos superdulces.

-Mei Ling me encargó que trajera algo para que repusieses fuerzas. ¿Estás bien?

-Es imposible que Mei Ling haya pedido esto por sí sola, gracias igualmente.- le dije haciendo un pequeño gesto para señalar hacia Dinescu, debía de haberselo encargado él a la asiática. Agarré un bombón y lo lancé al interior de mi boca sin vacilar. ¡Dios! Directamente me encontraba en el Olimpo de los dulces.

Cristine me sonrió.- Me alegro de que te gusten, también son mis favoritos. Los envían directamente de Holanda a la mansión, un capricho.

-Un capricho muy costoso de Cristine- agregó Constantin- pero merece la pena por ver la cara emocionada que tuviste mientras lo paladeabas.

-¡Ey jefe, no te quejes, gracias a este capricho sabes que hago cualquier cosa por ti!- Cristine le guiñó un ojo mientras se lo decía y me extendió unas pequeñas prendas metidas en una cajita abierta.- Toma, creo que son de tu talla, por si te apetece nadar. Hay una bata limpia en una de las hamacas junto a la piscina y un cambiador en aquella puerta azul tras los setos. Diviértete.

Miré hacia Constantin, me apetecía un baño para destensarme pero no quería estar acompañada en ese momento.

-Voy a hacer unas cuantas diligencias en mi despacho y te dejaré sola para que ocies. Relájate en la piscina y luego vendré a buscarte para que demos ese paseo que te prometí, hasta luego.- y se marchó con ese aire antiguo tan majestuoso suyo.

Miré el interior de la cajita, era un minúsculo bikini de firma. Arrimé el carrito al interior del encapotado y lo dejé junto a la hamaca donde reposaba el albornoz. Tomé un par de bombones más en mi mano y me encaminé hacia el vestuario encogiéndome de hombros.- La verdad es que un poco de relax tras el “trabajito” que me pidió hacer no está mal... no todo pueden ser cadáveres fantasmas y periodismo.