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miércoles, 26 de mayo de 2010

"La Mediadora" El Comienzo Capítulo 3: El "Exclusive News"

El hombre se acercó educadamente, saludando con una reverencia muy anticuada y una sonrisa en sus labios. Su aspecto me había parecido vulgar cuando lo vi de espaldas, pero ahora que lo tenía ante mí su aspecto me recordaba vagamente al que se usaba en la época de los años veinte, con un fino bigote muy recortado y su pelo engominado con una raya inmaculadamente perfecta en el lado izquierdo de la cabeza. El traje marrón tenía rayas diplomáticas y se ajustaba bastante alrededor de su cuerpo.


-Buenas noches, señoritas.


Como si por mi mirada hubiese sabido lo que estaba yo pensando después de su saludo se colocó un sombrero que llevaba en su mano derecha y el aspecto pasó a ser completamente el de Elliot Ness a falta de la ametralladora.y la gabardina. Apuesto a que si llevase la chaqueta abierta podría ver que se sujetaba los pantalones con los típicos tirantes de entonces. Tuve que ahogar una risita por mi pensamiento y centrarme en qué diablos quería este desconocido. Mis manos se pusieron por su cuenta en una postura lo suficientemente cómoda como para que pudiera sacar mis cuchillos al menor movimiento inadecuado por parte de él.


-¿Qué desea señor...?-Mina estaba curiosa y seguro que había visto a este hombre en el restaurante.


-Handfried, me llamo Elliot Handfried.- volvió a hacer una reverencia, esta vez con la cabeza únicamente, y pasó su mirada hacia mí.- Mi señor le envía una invitación y espero por su respuesta.


Me había hecho gracia que también se llamase Elliot como en mi pensamiento, pero no me ocupé de eso porque estaba ya tendiéndole la mano para que me diera un sobre que había sacado de un bolsillo interno en su chaqueta. En el sobre había una tarjeta blanca con una letra perfecta en color negro en la que se podía leer: “En el restaurante captó mi atención, y quisiera poder invitarla a mi casa para poder conocerla mejor. Espero impaciente por su respuesta. Constantin D.”


¿Que yo había captado su atención? Creo que más bien quería decir que mis ojos eran los que habían captado la atención de él. En poco más de dos segundos estaba analizando ese par de frases. Punto uno: mis ojos. Punto dos: No sabía mi nombre, si no lo hubiese escrito en la tarjeta. Punto tres: Es un vampiro y este hombre le llama “mi señor”, cosa que no soporto. Punto cuatro: Tiene que estar acostumbrado a que, al decir frases como esas, las mujeres caigan rendidas a sus pies.Punto cinco: ha dado con un hueso duro de roer. Yo no me dejo impresionar tan facilmente.
Elevé mis ojos de la tarjeta hasta poder ver los suyos, él seguía esperando mi respuesta y tenía cara de no moverse de allí hasta tener una que llevar a “su señor”.


-Señor Handfried...


-Elliot por favor, señorita...


-Pues verá Elliot, ese es uno de los problemas. El señor Dinescu no sabe ni siquiera cómo me llamo o quién soy y se atreve a invitarme a su casa. Dígale a su señor que no tengo costumbre de salir con desconocidos, y menos aún cuando éstos no son capaces de hacer la oferta por ellos mismos y mandan a un lacayo para eso. Dígale que declino su oferta.- Eso lo dije mordiéndome el labio para no decir que no salía con chupasangres, pero hubiese sido muy grosero y no sé cómo podría reaccionar él al saberlo. Este “Rendfield” seguro que le decia lo que yo le había dicho dando todo lujo de detalles.


-Señorita, por favor, le aseguro que no tiene ninguna mala intención. Si lo desea puede ser en un lugar público, pero mi señor pensó que quizás le gustaría estar en un sitio cómodo.


-Mi respuesta sigue siendo no, ahora si me disculpa, tengo que irme.


No esperé a su reacción, tiré del brazo de Mina que estaba mirándome ansiosa y nos alejamos de allí hacia Hyde Park. Yo de todos modos mantuve mi atención en cualquier persona que veíamos por el camino, esperando problemas, pero nada sucedió. Mina había estado tratando de hablarme todo el tiempo, pero yo le había hecho señas de que esperase para poder concentrarme en nuestra defensa si llegaba a hacer falta. Cuando ya habíamos entrado en el ascensor para subir a casa, no se pudo aguantar más.


-¿Sabes cuánto tiempo llevo intentando que el maestro de la ciudad me conceda una entrevista? Y llegas tú hoy y el cretino te invita a su casa.


-El cretino no sabe a qué me dedico. Quizás si lo hubiese sabido no me habría invitado. ¿Por qué no me lo dijiste antes? Le hubiese dicho que aceptaba si me dejaba entrevistarlo y así se hubiese negado.


-No sé por qué le tienes tanta manía a los vampiros. Si Micky se entera de que Constantin Dinescu quiere verte se frotará las manos pensando en la de tiradas que podría vender con una entrevista personal al amo de la ciudad. No ha dejado a nadie entrevistarlo desde que llegó aquí y la gente con la que se relaciona tampoco hablan, solo dicen frases del tipo de que es una buena persona y punto.


-¿Y no se te ha ocurrido pensar que quizás solo dicen eso porque los idiotiza con la mirada y les dicta lo que tienen que decir?


-Querrás decir que los hipnotiza, ¿no?


-Sé lo que he dicho. Una vez que alguien entra en tu mente, estás idiotizado. Puede hacer que hagas absolutamente todo aquello que quiera o desee.- sacudí mi cuerpo mientras lo decía- ¿Ves? Me dan escalofríos sólo de pensarlo.


El ascensor se detuvo en la planta veinticinco, la nuestra. Comencé a sacar las llaves para abrir porque le había pedido a Mina hacerlo yo para probar el toque de las llaves-todas tienen una forma peculiar para poder abrir una cerradura- y en un segundo me llegó un pensamiento, por lo que me giré rápidamente.


-Prométeme que no vas a contarle nada de esto a Michael Roberts. No quiero que me envíe para entrevistar al maestro-como-se-llame.


-Constantin...


La llave consiguió abrir cuando tiré un poco hacia arriba y la giré a la vez-Lo que sea.- dije mientras dejaba mi blazer en el ropero.- Lo primero que quiero hacer mañana es ir a buscar un coche así que me acostaré pronto.


Mina suspiró fuertemente y me dijo que nos ibamos a las nueve, me dio las buenas noches y se fue a su dormitorio. Yo me apresuré a la cocina a buscar algún pastelillo que saborear antes de dormir y después de comérmelo me lavé los dientes y me fui a la cama, no sin antes comprobar si el balcón que da a la terraza estaba bien cerrado y de ajustar las cortinas para no ver nada del exterior.
Me costó bastante dormirme, pero juro que cuando lo hice estoy segura de que si hubiese habido un terremoto de escala ritcher diez no me habría despertado. El viaje me había pasado una factura mayor de lo que pensaba, ¡y eso que estoy en plena forma!
Desperté a las seis y media . Me puse ropa de gimnasia y me fui directa a lo que para mí es un buen desayuno: café, acompañado de un zumo de naranja, un par de bollos de crema de chocolate y más café. Me apropié del gimnasio durante tres cuartos de hora y salí a correr por el parque una hora entera para compensar mi dulcemanía. Para cuando entré en el edificio Tim ya estaba en la portería colocando las cartas que había dejado el cartero en las respectivas casillas para cuando los residentes preguntasen por ellas. Lo saludé con la mano mientras continuaba por el portal hacia el ascensor bajando el ritmo de mis pasos, que pasaron de ir corriendo a caminata en un corto espacio de tiempo para evitar calambres. Mientras el ascensor bajaba hasta la planta baja aproveché para hacer estiramientos con las piernas, doblando una rodilla y manteniendo la otra pierna rígida para luego cambiar con la contraria.


-Señorita Eve, han dejado esto aquí para usted. ¡Que suerte! Nada más llegar a Chicago y ya tiene un admirador.


Tim se había acercado hasta mí con una gran sonrisa y un ramo de flores. Como me pilló de sorpresa lo cogí y le di las gracias. Justo en ese momento el ascensor se abrió y me metí después de despedirme de él. El ramo tenía colgado un sobre y dentro había una pequeña tarjeta que ponía: “Perdoneme si la he ofendido, no era esa mi intención. Constantín D.”
Si no supiese que cualquiera que me oyera dar un grito podría pensar que estaba fóbica por estar metida en un ascensor lo hubiese hecho de buena gana. No sé como infiernos se había enterado de donde vivo pero lo había conseguido. Desde luego no era muy dado a enrollarse dando explicaciones. Comencé a pensar el por qué quizás la gente no hablaba mucho de él, no era porque estuviesen idiotizados, más bien diría porque no era muy hablador.
Mina estaba levantada cuando entré en el piso, miró hacia el ramo y abrió la boca para hablar. Yo levanté mi dedo índice y señalandola la amenacé con que no dijera ni una sola palabra. Dejé el ramo sobre la mesa frente al sofá y me fui a ducharme.
Cuando estaba limpia y arreglada entré en el salón y el ramo estaba metido en un jarrón de cristal con agua, y Mina estaba preparada para que nos fuésemos. Gracias a Dios no hizo ningún comentario jocoso sobre el ramo.
Bajamos al aparcamiento para coger su coche y me dijo que había hecho unas llamadas a unos amigos que le habían comentado que hoy había una subasta de coches muy buena donde podría conseguir uno a muy buen precio.
La subasta estaba ubicada en las afueras de la ciudad, en la zona norte. Cuando llegamos no había todavía muchos compradores, así que tuve montones de coches para escoger. Bueno, montones no, que tengo que mirar por mis ahorros si quiero que me lleguen para un tiempo. Al final me decanté por un Volkswagen New Beetle en color negro con un par de años nada más. Lo consideran un vehículo para “nenas”, pero para mí era una buena opción por varios motivos: precio, pequeño tamaño para poder aparcar en cualquier sitio- después del tráfico que vi cuando llegué ayer me preocupaba mucho eso-,buena cilindrada, muchos extras y un color que me aseguraba buena cobertura si tenía que espiar a algún famoso por la noche. Además, me hicieron un buen descuento en el seguro por pagar en metálico. Así que ahí estaba yo, conduciendo mi nuevo coche tras el BMW de Mina ,más contenta que un niño con zapatos nuevos.
Dejamos el BMW en el garaje y nos fuimos en mi Beetle a dar unas vueltas para hacerme con las calles de Chicago. Para celebrar mi nueva adquisición la invité a comer a un restaurante chino, que era donde más nos gustaba ir a comer cuando estábamos estudiando.
Lo siguiente que hicimos fue ir a un centro comercial a curiosear en las tiendas, incluso me llevé un par de prendas de una tienda de ropa. Vimos una peli en el cine, cenamos pizza en el piso y nos arreglamos para salir. No vi a ningún “maestrillo colmilludo” por ningún sitio y pude concentrarme en la diversión.
El domingo lo pasamos más tranquilo, empezamos con el gimnasio y saliendo las dos juntas a correr, incluso comimos y cenamos en el piso. Por la tarde Mina estuvo dándome consejos para mi nuevo puesto y nos hicimos algunos tratamientos de belleza caseros para relajarnos. Quería llevar mi mejor imagen para el primer día.
La mañana llegó más rápido de lo que creía. A las seis y media ya estaba preparándome para ir a correr una hora, después tomé un goloso desayuno y me duché. Como era mi primer día opté por ponerme mis más nuevos vaqueros, una simple camiseta y un abrigo tres cuartos. Por supuesto iba preparada con un arma bajo el abrigo y mis preciadas muñequeras y tobilleras. Estaba cogiendo mi bolso cuando decidí llamar a mi abuela antes de salir.


-¿Quién es?- su sueve voz me aseguró que ella sabía quién era yo, pero le gustaba que yo se lo dijese siempre que la llamaba.


-Hola yaya.- es el nombre cariñoso con el que la nombro cada vez que hablo con ella- Siento no haberte llamado antes, pero ya sabes que quería estar bien hubicada en Chicago para poder decirte que todo va bien. ¿Cómo estás?


-Ahora que has llamado mejor que nunca. Te daría unos azotes si estuvieses aquí. ¡Mira que no llamar... han pasado tres días!


-Ya te he dicho que lo siento, yaya. Mina y yo teníamos que ponernos al día y hasta incluso hemos salido a celebrar nuestro reencuentro.


-Llevarás puesto el amuleto que te di, ¿verdad?


Mi abuela sabe siempre si le miento cuando hablo, así que decidí decir la verdad- La verdad es que cuando llegué lo metí en el joyero y no me lo he puesto, pero te prometo que ahora mismo lo cojo.- miré mi reloj- Ahora debo irme, no quiero llegar tarde mi primer día de trabajo.


-Esperaré hasta que te lo hayas puesto, si me despido ahora sé que no lo cogerás.


Suspiré para que notase que lo comprendía, dejé el teléfono sobre la mesita y me fui a mi habitación a por el amuleto. Era un objeto pequeño en forma de cruz egipcia para usar como colgante. Una vez que lo tuve puesto volví a por el teléfono y le dije a mi abuela que ya lo llevaba. Entonces ella se despidió cariñosamente advirtiéndome de que no me lo quitase.


Bajé hasta el parking subterráneo y cogí mi beetle dispuesta a desafiar a la poli para no llegar tarde. El sábado había hecho unas siete veces el recorrido para aprenderlo bien, así que pisé todo lo que pude mientras conducía por las concurridas calles de Chicago. Por suerte para mí el edificio donde se encontraba “Exclusive News” estaba justo enfrente de “Daily News of Chicago”, así que si a partir de ahora Mina y yo no ibamos a poder vernos tan seguido en el piso, pero por lo menos podríamos comer o picotear algo juntas en nuestros descansos.
El periódico ocupaba la mitad de la planta baja del edificio junto con las tres primeras plantas. El despacho de Michael Roberts estaba en la tercera y hacia allí me encaminé. Tuve que pasar por delante de un gran montón de mesas de oficina, ocupadas por los que iban a ser mis nuevos compañeros. Algunas estaban vacías, por lo que debían de estar ya en busca de algo nuevo sobre lo que escribir.
Conforme iba pasando por el pasillo central la gente iba saludándome, unos con la mano y otros con un ligero asentimiento con la cabeza porque estaban en plena fase creativa para escribir un artículo.
Llegué hasta unas grandes cristaleras cubiertas por unas persianas de esas que se pueden girar sobre sí mismas. En la puerta había un gran letrero hecho con letras negras donde se podía leer el nombre del jefe y su cargo en la empresa. Toqué suavemente en la puerta y esperé pacientemente a que me invitaran a pasar.
La oficina era muy luminosa, con grandes macetas de plantas artificiales en ambas esquinas junto a la mesa del director, que estaba pulcramente ordenada y coronada por un exquisito sillón en piel que prometía poder trabajar largas jornadas sin un puñetero dolor de espalda. Detrás del sillón estaba un gigantesco mueble lleno de puertas correderas y abarrotado de archivadores.
A un lado del gran ventanal habían colocado un enorme sofá de piel, supongo que para las visitas. El la cristalera que daba a la zona de los trabajadores estaba una estantería con la altura justa para no tapar nada de los cristales y estaba llena de premios otorgados al periódico y alguna que otra foto del director junto a grandes personalidades.
Frente a la mesa había dos sillas y una estaba ocupada por un muchacho joven que se levantó cuando entré. Había otro hombre en la pared junto a las cristaleras . Estaba sirviendo café en un par de tazas. Estaba vestido con un traje de corbata en color azul marino, con la camisa en tono crema y llevaba una pequeña perilla muy cuidada. Por la descripción que me dio Mina de su ex sabía que el del traje era Michael Roberts. En el momento que dí los buenos días un reloj sonó dando la hora en punto.


-Justo a tiempo. Has llegado a la hora que te dije exactamente. ¿Café?- me dijo con una gran sonrisa mientras me daba una de las tazas y le entregaba otra al muchacho que estaba en la silla. Luego se giró otra vez hacia la cafetera para servirse una.


Yo ya había desayunado, pero el café es el café y nunca lo desprecio. Cuando lo probé tuve que suprimir un gemido, el café era de primera, de una gran selección y tenía la cantidad de azúcar con el que me gustaba tomarlo. Michael sonrió cuando notó mi cara de gusto al primer sorbo y me instó a sentarme en la silla que quedaba vacía. Él se fue a su gran sillón de piel y se sentó para hablar.


-Bienvenida a “Exclusive News” Srta. Tunner. Supongo que ya sabrás quién soy.


-Michael Roberts ¿no?- la formalidad me mata, pero a veces es necesaria. Él asintió y miré hacia el muchacho que estaba fijándose sin ningún pudor en mis ojos.- Tú debes ser Vince Adams, mi compañero.- Él apartó enseguida la mirada en cuanto le dije- Es un problema genético.


-Mina ya me explicó,- en seguida Michael me interrumpió para ayudar un poco a su discípulo- Vince no sabía nada, ya le explicarás. Ahora voy a decirte cual será tu primer trabajo y después Vince te indicará dónde está tu mesa, para que te vayas familiarizando con ella y con las claves del ordenador.- hizo una pequeña parada en su discurso para que Vince confirmara lo que había dicho. Luego que lo hizo prosiguió- Desde hace un mes tenemos viviendo en la ciudad a Gina Banks, la famosa coreógrafa del “Imperial Ballet of Amsterdam”. Interrumpió su gira mundial sin previo aviso y sin querer dar explicaciones a la prensa, pero una de nuestras fuentes cree que ella está teniendo un tórrido romance aquí. Todavía nadie ha podido cazarla junto a nadie, así que tu trabajo será tratar de averiguar con quién está y de paso hacerles algunas preguntas.


-Y si dice que nadie ha conseguido cazarla en todo el mes que lleva aquí, ¿qué le hace pensar que yo lo lograré?- no trataba de ser cobarde, pero me pareció lógico hacer esa pregunta porque si otros más experimentados no lo habían conseguido, no estaba segura de poder conseguirlo, y mucho menos siendo mi primer trabajo.


Mi pregunta consiguió que el semblante hasta ahora sonriente de Michael se tornara a uno más serio.- Mina me habló mucho de tí, casi diria que habló maravillas, así que haz lo que puedas pero tráeme esa noticia, sea lo que sea.


Mordí mi labio para no maldecir a Mina por ponerme por las nubes cuando ella sabe que hasta ahora sólo había hecho unas prácticas en el periódico local de Nueva Orlenas, y para no maldecir a mi nuevo jefe por darme un cometido de tal magnitud que ni siquiera sus más experimentados trabajadores habían conseguido. Ahora que si él quería darme un desafío por tener autoridad sobre mí, yo le iba a dar uno para dominarme.Inspiré fuertemente como para cuando voy a decir algo de gran importancia, me levanté de la silla mientras colocaba la taza sobre su pulcra mesa y lo miré directamente a los ojos, que es lo que más intimida de mí cuando hablo.


-No se preocupe, señor Roberts. Le traeré “lo que sea”. Vince, por favor, dime donde está mi mesa.. Hasta luego.


Sin más salí de la oficina, procurando evitar la cara de asombro que se les había quedado a los dos y esperé fuera a que Vince saliera. Cuando lo hizo estaba más blanco que la leche.


-Eres dura de pelar, ¿verdad? Él jefe sólo trataba de impresionarte para que hagas bien tu trabajo, todos hemos pasado por eso.


-Será el jefe y todo eso, pero ni siquiera he calentado la silla de mi escritorio y ya se está portando como un jefe cretino, por lo que yo tengo que ser una asalariada cretina para equilibrar la balanza.- le guiñé un ojo para suavizar las cosas y se lo tomó mejor de lo que pensaba.


Mi mesa estaba a escasos tres metros de la puerta de la oficina. Será la mesa del novato, tan cerca del jefe para que pueda vigilarlo a sol y sombra... Vince me apuntó las claves del ordenador para poder entrar en las zonas privadas del periódico y me instó para que pusiera una clave nueva para que sólo yo pudiese manejar el ordenador. Se volvió de espaldas para que yo tuviera privacidad y pensé qué poner durante medio minuto. Como no me llegaba ninguna inspiración puse lo primero que me vino a la cabeza desde esa tensa conversación. Mi clave era “cretina”, qué mejor palabra para que me recordara todos los días como debía ser si Roberts se volvía a poner chulito.
Avisé a mi compañero de que ya podía volverse y pensamos en meternos en los archivos para saber más sobre Gina Banks. La tía había sido hasta ahora una mujer muy dulce con la prensa, contestando a todo el mundo siempre que le era posible.Hablaba poco de su vida privada, pero lo que había dicho un par de veces era que le gustaba la ópera, el teatro, la botánica y el golf.
No era mucho pero por algo había que empezar.Según la información que había sobre otros intentos de buscarla, algunos compañeros habían estado acampando por todos los hoteles sin dar con el que ella usaba para vivir.


-Creo que debemos tomar un enfoque diferente del que se ha tenido hasta ahora- le dije a vInce.


-¿Qué sugieres?


-¿Y si ella no está usando una habitación de hotel? Aunque ella tenga mucho dinero, utilizar un hotel fuera del deber del trabajo supone una carga económica muy fuerte. Quizás esté usando una casa o un piso. Por lo que te vale estar en un hotel tienes una vivienda y una chacha para que te limpie y todavía saldrías ganando en ahorro.


-Muy bien pensado, ¿pero donde?


Cliqué por internet para conocer las ofertas turísticas de Chicago ya que no soy de aquí y después de ojear unas cuantas páginas tironeé de Vince para que se asomara a la pantalla. La zona de Souht Shore tiene un centro cultural con el mismo nombre. En sus instalaciones se encuentran un teatro, un jardín botánico y un campo de golf.


-Esa zona no es para gente rica, si no para gente trabajadora.- Vince no estaba convencido.


-¿Y no crees que sería una buena tapadera? Nadie la buscará en un lugar que no sea de ricachones. Por probar no perdemos nada, así que vamos a ir.


Vince cogió todos los aparatos que podríamos necesitar y corrió tras de mí hacia el ascensor.

1 comentario:

  1. un amuleto para que?
    bueno supongo que sera el misterio que algun dia revelaras

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